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Opinión

El derecho a ser una persona talentosa aunque viva en un barrio pobre

En estos días los medios de comunicación cubrieron una noticia en la que la Sala Constitucional ampara a una menor de edad, de Chacarita de Puntarenas, con altas capacidades cognitivas y ordenó, tanto al Presidente de la República como al Ministerio de Educación Pública, atender, mediante la adecuación de los planes de estudio, modalidades y programas educativos, así como evaluar las necesidades de atención considerando las particularidades del desarrollo de niños y niñas talentosos.


Resulta que el talento en diferentes áreas y la capacidad intelectual por arriba del promedio de la población, no es privilegio de una clase social. Estudios indican que tanto en zonas rurales, zonas de menor desarrollo como en los centros públicos se encuentran estudiantes con altas competencias cognitivas que sufren en un sistema que los absorbe, los desconoce y discrimina. Estos niños y jóvenes se aburren en las aulas esperando que el resto del grupo adquiera los aprendizajes que hace rato dominan. En algunos casos, los maestros que tienen “buen ojo” y han identificado las diferencias en el procesamiento de la información, los utilizan de tutores de sus compañeros. Sin embargo, toda persona tiene derecho a contar con una educación de calidad acorde con sus necesidades y a auto realizarse, según las potencialidades y recursos que trae desde su nacimiento.


En un estudio realizado en el 2012, se identificó un grupo de niños y niñas reportados de escuelas de zonas de menor desarrollo, y otras muy rurales, solo uno de ellos de una escuela urbana. Del estudio de esos casos se encontró que existe correspondencia entre una alta inteligencia y el espíritu de justicia, solidaridad y empatía. Estos niños eran más dados a cooperar con otros, mostraban capacidad de organizar el grupo y eran compasivos ante el dolor ajeno. Estas cualidades merecen ser cuidadas, valoradas y enriquecidas con pleno conocimiento de los educadores y con intencionalidad explícita en los planes de gobierno. Si se invirtieran las variables: de que gente muy inteligente se volviera proclive al mal, el Estado sería responsable de, cómo decían las abuelas, curtir y echar a perder personas valiosísimas para desarrollarse ellos mismos y por tanto la sociedad en que viven.


Estos niños inteligentes en hogares pocos privilegiados, tienen derecho a una educación acorde con sus necesidades, a su crecimiento personal particular para ser felices, bondadosos y a brindar sus aportes al engranaje social. Bien ordena la Sala, deben crearse escuelas especiales para ellos, al menos un aula especial donde se brinden procesos acordes con sus intereses en la propia escuela a la que asisten y, modificar el currículo hacia lo novedoso, creativo e inventivo y menos hacia la repetición de conceptos básicos, más hacia procesos cerebrales superiores siempre enfocado hacia la formación moral.

 

* Doctora en Educación, Psicóloga.

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Viernes 19 Diciembre, 2014

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