Jueves 25, Abril 2024

  • Pronóstico del tiempo

    ° / ° San José, CR

  • Pronóstico del tiempo

    ° / ° Alajuela, CR

  • Pronóstico del tiempo

    ° / ° Cartago, CR

  • Pronóstico del tiempo

    ° / ° Heredia, CR

  • Pronóstico del tiempo

    ° / ° Limón, CR

  • Pronóstico del tiempo

    ° / ° Guanacaste, CR

  • Pronóstico del tiempo

    ° / ° Puntarenas, CR

Opinión

Y dale con los árbitros de fútbol

Como observador de las mejengas que casi todos los días de la semana se organizan en el fútbol de nuestra primera división y anonadado por el disparate de organización de la competencia en cuanto a la programación de encuentros, en que algunos equipos le llevan hasta cinco partidos de diferencia con otros por razones de calendarización, me desagrada la cansina cantaleta de dirigentes, locutores deportivos, periodistas, entrenadores, aficionados, bombetas y toda la variopinta pléyade de actores que siguen este popular deporte, con manifestaciones en contra de quien imparte justicia en el terreno de juego.


No sé si es correcto llamarle juez a una persona que se enfunda en un uniforme deportivo, se echa un pito a la boca y corre de un lado a otro haciendo sus diagonales en el terreno y dictando su criterio en relación con las normas del juego y su aplicación en favor o en contra de los actores que corren detrás del balón prestos a encajarlo en el marco contrario, o más bien calificarlo con el término de masoquista.


A veces ni se disfruta adecuadamente los avatares de la confrontación deportiva, por la insistencia de quienes transmiten y los que actúan, gesticulan, manotean y vituperan contra el encargado de tomar decisiones, dígase el árbitro. Vilipendiados, madreados, apedreados, escupidos, empujados, denigrados y muchas veces agredidos en su integridad física y moral logran sacar adelante la tarea y normalmente concluir el enfrentamiento. Y luego en lo que resta de la semana se convierten en comidilla de los medios, los directivos y hasta de las municipalidades que ante poco o nada que hacer se abocan a la difícil tarea de declararlos non gratos, sin siquiera saber lo que ello significa.


Por la misericordia de Dios, se olvidan que quien está al frente dirigiendo dentro de la cancha para que el partido se desarrolle bajo las condiciones mínimas de decencia, deportivismo, rectitud y honestidad en cada una de las acciones, es un ser humano de carne y hueso, cuyas decisiones deben ser tomadas en fracciones de segundos. Si bien quien se atreve al menos en forma semiprofesional como en Costa Rica a ubicarse en medio de una cancha de fútbol a regular la disputa entre veintidós contendientes, debe contar con un mínimo de formación teórica, una personalidad recia, una tolerancia de fraile, una preparación física suficiente para soportar el desgaste de sus carreras durante el evento y una agudeza visual y capacidad de reacción prácticamente sobrehumanas para no incurrir en errores, siempre resulta el chivo expiatorio para disimular los entuertos deportivos y administrativos de una organización.


Siendo un ser humano, siempre se equivoca, en lo mínimo o en lo máximo, lo ideal es minimizar tales yerros, lo imposible eliminarlos del todo. Son tantas y variadas las circunstancias de juego en noventa minutos o más, que para lograr un alto nivel de perfección se ocuparían por lo menos cincuenta ojos de águila como los que usan en tenis, para poder revisar cada vez que haya duda sobre la decisión. Esta mecanización del deporte lo único que traería es la incorporación de un elemento ajeno, rígido, incapaz de valorar las intenciones de quien adrede, pega un codazo, mete la mano, se hace el lesionado, se deja caer, busca el engaño para favorecerse, pero también la constante interrupción para revisar volvería sumamente aburrido tan bello deporte.


No pasa un minuto después de la conclusión del partido cuando los sabiondos, sentadotes en sus sillas después de revisar diez veces la jugada, emiten su criterio y piden la cabeza, dando pie a la seguidilla de cuestionamientos de todos los interesados en desintegrarlo para que nunca más le vuelva a pitar un partido, algunos envanecidos por su imagen de periodistas, analistas, directivos, exárbitros. Este mundo de los árbitros es antropofágico, entre ellos se comen y saborean sus restos con fina fruición casi siempre por sacadas de clavo o vanas envidias, típico en los costarricenses.


Me atrevo a decir que no existe un solo árbitro de fútbol de primera división que haya actuado con dolo para hacer, o dejar de hacer, alguna de sus funciones dentro del campo de juego, perjudicando o favoreciendo una insignia, todo es puro error propio de su condición humana. Lo que vemos es fruto de lo intempestivo que resulta el juego, hay decisiones inmediatas que su tardanza provoca la espuria reacción de los participantes para disimular o confundir con mala intención a quien hace cumplir las reglas, para favorecerse, al carajo el Fair Play; ¿o no es eso, el dejarse caer premeditadamente en el área, fingir una falta y revolcarse, el perder tiempo, el doble control del balón por el portero y su estirada en el suelo para gastar minutos, el sacar el dedo central con la mano pegada a la cara como si se estuviera rascando, ofensa dirigida a la afición para enardecerla y muchas artimañas más de quienes se presentan como limpios arcángeles?


No es cierto que la expulsión de un jugador siempre es cuestionada por este, por más evidente que parezca y peor aún cuando calladamente se ofende y maltrata de palabra al árbitro, para luego salir diciendo que fue el profe que lo ofendió. ¿Será juego limpio, prejuiciar a la prensa señalando que el árbitro le amenazó?, cuánto se ganaría si se permitiera grabar esas conversaciones y luego desenmascarar a los innobles que mienten para beneficiarse.


Por honestidad, por amor al fútbol, no escudemos la mediocridad de un entrenador, un jugador o un equipo, en la persona que dirige en el campo, démosle altura, glamour, profesionalismo, a tan alicaído deporte, y no convirtamos en pasto del fuego a quien no lo merece porque en esa circunstancia igual trato merecerían los inútiles que fallan una posibilidad de gol, botan un penal, les falta precisión en los pases, o les anotan goles que dan risa, o más aún al que presenta una propuesta de alineación fallida, incongruente con las necesidades y estructura de su equipo, cayendo en la mala praxis deportiva. A pesar de todo, los árbitros de fútbol no desaparecerán.

 

*Abogado

PERIODISTA:

EMAIL:

Viernes 24 Octubre, 2014

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Por: Luis Javier Arias Martínez

Enviar noticia por correo electrónico

SIGUIENTE NOTICIA

ÚLTIMA HORA