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Opinión

Editorial

Ya era hora que el Patronato Nacional de la Infancia (PANI) se zocara la faja y levantara la voz para denunciar a los adultos que con total desfachatez mantienen relaciones sexuales con menores de edad.


Peor aún, aprovechándose muchas veces de su estado de vulnerabilidad; pobreza, hogares desintegrados o falta de escolaridad, dejan a las adolescentes embarazadas y luego huyen para no responsabilizarse de la situación.


Estas relaciones, para el pesar de la sociedad, son en muchos casos consentidas por los padres o encargados, quienes sin el menor reparo las exponen desde corta edad con intereses inciertos.


No es posible que 14 mil adolescentes estén dando a luz por año y en más de un 95% los padres de esas criaturas sean manganzones con edades que incluso superan los 30 años.


Las jovencitas de 12, 13 o 14 años no están lista para enfrentar un embarazo, no es posible que se haya guardado silencio tanto tiempo viendo “en vivo y a todo color” como las salas de partos de los hospitales públicos y las consultas en los Ebais se llenan de mujercitas.


Ya era hora de lanzar una campaña preventiva, pero además de motivar a las afectadas y sus allegados, a médicos, enfermeras y trabajadores sociales, a docentes y miembros de iglesias a denunciar a los hombres que disfrutan acostarse con menores de edad infringiendo la ley.


Dónde está el Poder Judicial, la Caja del Seguro Social, el Ministerio de Seguridad, pues debería ser una iniciativa conjunta. Catorce mil niñas en estado de embarazo no es una coincidencia, acá se está sobrepasando el límite y nadie hace nada.


Seguramente es más fácil señalar y revictimizar que ayudarlas. No se trata solo de promocionar un número telefónico de denuncia, las autoridades deben actuar de oficio, aun cuando este tipo de delitos se cometen en la intimidad y son de carácter privado.


Pero la inercia social ha pasado caras facturas. La gente en la calle habla de las adolescentes como una mercancía cuando hay gestación, critica e insulta, sin antes conocer lo que hay detrás de esa lamentable situación de abuso.


No importa si tienen 15 o 16 años, los hombres mayores de edad no deben mantener intimidad con esas jóvenes, es delito desde donde se quiera ver y ningún padre de familia puede consentirlo, pues pese a tutelarlas no son su posesión. Lo anterior también merece castigo pues la normativa indica que son ellos quienes deben velar por el bienestar y desarrollo de esa menor.


Lagartos es lo que sobra en este país, pero no por la sobrepoblación de estos animales, sino porque en la calle no hay quien meta mano por las mujeres. Hay hombres que consideran tener derecho de proferir palabras vulgares contra estas niñas, no importa su edad. Otros sienten placer seduciéndolas para llevarlas a la cama, aduciendo que son ellas quienes los provocan.


Un hombre que se digne en todas sus dimensiones no puede concebir las relaciones sexuales con mujeres que no pasan los 15 años, es desproporcionado y vil, es denigrante y abusivo, por ello tienen que ser castigados.


Ojalá todos los ciudadanos pusiéramos de nuestra parte e informemos a las autoridades sobre estas situaciones de abuso. Hay que educar a las menores sobre sus derechos así como a los padres sobre sus responsabilidades de cuido.


No permita que en su casa tampoco haya lagartos, no consienta que las menores sean víctimas de sus deseos más descarados; las adolescentes no son objetos sexuales.

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Jueves 02 Octubre, 2014

HORA: 12:00 AM

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