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Opinión

Su historia: Antigua ermita de El Llano de Alajuela

El 29 de setiembre de 1822, don Rosario Carrillo Aguirre y su esposa doña María Fernández Tenorio, donaron al pueblo alajuelense el cuarto de manzana (hoy ocupado por la "la antigua cárcel" en el Museo Histórico Cultural Juan Santamaría), frente a su casa de habitación, para que ahí fueran construidos sendos edificios para la escuela primaria y el oratorio dedicados a San Miguel Arcángel.


De aquellas dos obras solo una fue concluida, la Ermita de San Miguel. Aquel templo sirvió a la comunidad hasta el 2 de setiembre de 1841, cuando el terremoto de San Antolín provocó su ruina y dañó seriamente la entonces iglesia parroquial. Esas edificaciones eran las únicas que tenían los alajuelenses para llevar a cabo sus prácticas religiosas.


Después del esfuerzo para recaudar fondos y materiales para la reparación del templo principal, era necesario establecer un sitio provisional donde practicar el rito católico. Para tal efecto fue escogido el lugar llamado popularmente “El Calvario”, cima de una pequeña colina al este de la población, en el que los fieles alajuelenses cada Semana Santa conmemoraban la agonía de Jesús en el huerto de Getsemaní y la crucifixión.


En ese sentido, de acuerdo con el historiador Don Francisco Picado Soto, durante el gobierno del Dr. José María Castro Madriz “se expidió la resolución Nº XXI del 10 de noviembre de 1848, mediante la cual se autorizaba la erección de un templo católico llamado El Calvario, dedicado al Señor de La Agonía“. Además, el sacerdote Roberto Bolaños, en su obra "Los misioneros redentoristas en Costa Rica 1927 " 1990", indica que “en enero de 1849 se comenzó la construcción de la iglesia (del Señor de la Agonía) con materiales procedentes del destruido oratorio de San Miguel Arcángel.”


En la documentación que sobre la solicitud hecha por los vecinos del Barrio de Concepción (también conocido como El Llano) de la Ciudad de Alajuela se encuentra en la Caja 285 de los Fondos Antiguos del Archivo Arquidiocesano, es posible conocer un escrito donde los interesados indican que "sus antepasados construyeron la Iglesia de Agonía" , y le brindaron debido mantenimiento durante largos años, hechos reiterados por el cura párroco Francisco Pereira Matamoros en su correspondencia con el Obispo Thiel.


Además, a la estrecha relación que la comunidad de El Llano entabló con el nuevo oratorio, permitió que en la "plaza de La Agonía" iniciara la tradición de las fiestas dedicadas a la Virgen de Concepción, durante las cuales recorrían las polvorientas calles los antiquísimos "mantudos", se dejaban oír los copleros en el “convite” y a flor de piel las emociones alteradas en las corridas de toros.


Sin embargo, al llegar los últimos meses del año 1880 e iniciar los preparativos para dicha celebración, los organizadores se encontraron con que "la municipalidad presentó un acuerdo al Govierno y este fué acatado, pidiendo que la Iglesia de la Agonía viniese al radio de la Ciudad y dos manzanas mas detras de la Iglesia se rompiesen y aliniasen cayes (sic)" (recordemos que la Calle Ronda era el límite citadino).


Con base en ese cambio administrativo, el cabildo presentó resistencia para autorizar los festejos en ese lugar. El caso fue elevado a conocimiento del gobernador de la provincia, quien intervino a favor de los habitantes de El Llano.


Convencidos que no permitirían un nuevo desaire oficial y sintiéndose despojados de los derechos de uso que de la Plaza de La Agonía se consideraban legítimamente acreedores, en 1881 iniciaron un movimiento tendiente a lograr la autorización eclesiástica para la construcción de una ermita ubicada en el corazón del Barrio de Concepción, dedicada exclusivamente al culto de su patrona y facilitar la participación comunal en los oficios religiosos y populares.


Permiso. En los dos informes que el Padre Pereira envió al Obispo se lee que Don José María Sibaja donó el terreno y demás vecinos obsequiaron la madera y basas, y ofrecieron su mano de obra para levantar la ermita. Vista la perseverancia y determinación colectiva vertida en el expediente abierto para tal efecto, el Obispo Thiel, el 22 de agosto de 1881 extendió "el permiso de levantar una Capilla bajo la advocación de Nuestra Señora de Concepción".


Una vez obtenida la aquiescencia, posiblemente las obras iniciaron durante el verano de 1881-1882. Prueba de eso se encuentra en la obra de la investigadora Ana Isabel Herrera Sotillo, “Monseñor Thiel en Costa Rica. Visitas pastorales 1880 " 1901”, donde aparece la visita que Monseñor Thiel Hoffman hizo el 11 de marzo de 1882 a la "pequeña capilla de El Llano que está en construcción".


Finalmente, en La Gaceta del sábado 8 de diciembre de 1883 aparece la invitación que el Juez de Paz de la localidad, Don José María Sánchez, hace al país para asistir a las “fiestas en el barrio de la Concepción de Alajuela… los días 8, 9 y 10 del corriente, tendrán lugar las fiestas públicas de este barrio. La corrida de toros, escaramuza, juegos, etc., serán en la plaza del mismo…”.


Con base en lo anterior, es dable pensar que durante 1883 finalizaron los trabajos de construcción de la iglesia (una de las poquísimas edificadas con adobe que aún en pie se mantienen en Costa Rica), hecho que permitió el inicio, en el propio Barrio de Concepción, de las tan recordadas festividades dedicadas a la “Virgen de la Inmaculada”.

 

*Investigador de Historia Costarricense.

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Martes 15 Abril, 2014

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Por: Ronald Castro Fernández

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