Según Creo
Hay en La Prensa Libre del lunes 24 de junio un reportaje sobre el estudio del mobbing que han hecho dos profesionales. El delito se identifica allí como acoso laboral, pero es necesario decir que este se hace en gavilla; lo que se atribuye a que los participantes quieren congraciarse con el jefe. Nuestra sociedad no tiene palabra para identificarlo, a pesar de que el estudio dice que causa problemas domésticos y un 20% de los suicidios: es una conducta criminal, e impune aquí. Y es en perjuicio a la institución.
Tiene este estudio una novedad: se hace un perfil de la víctima probable. Cuando un juez ordena que se investigue la conducta de la víctima su intención es trasladarle la culpa, como el que exonera la violación porque la muchacha usa minifalda.
Hay un perfil del agredido; pero lo hay del agresor, el origen. El mobbing se atribuye generalmente a una mayor eficiencia de la víctima, o a debilidad. Un matón de mi clase me metía en un rincón los recreos en tercer grado de la escuela, porque yo era más pequeño. La maestra contemplaba aquello como un juego de niños: igual que se hace aquí con el mobbing, que no tiene “figura” de delito. Tampoco conciliación.
Conozco una señora que cae dentro del perfil de víctima. La jefa actual, que ni siquiera trabaja en el mismo laboratorio, le mandó una carta de amonestación sin hablarle antes por unos chismes de la gavilla, mientras que a un compañero drogadicto le permite frecuentes ausencias en que su trabajo se le recarga a la amonestada. El estudio del perfil está bien para comprender el delito, pero no para exonerar al acosador, como el juez con la muchacha violada que usa minifalda.
Es más pertinente el perfil del acosador, porque se trata de una persona asertiva y violenta, con tendencias sádicas, que necesita una víctima. Ese estudio del acosador es especialmente necesario cuando el acosador tiene mala fama como “un bicho” prepotente. También es posible que el mobbing esté aquí institucionalizado; un derecho del jefe, como la pernada. Al piloto Cañas encadenado lo despidieron por advertir del mal estado de los aviones del ministerio.
Lo bueno del reportaje referido es que muestra que al fin empezamos a notar el delito del mobbing, que necesita un castigo severo por lo menos para disminuir el porcentaje de suicidios. Si los jefes sádicos saben que se castiga serán menos dados a practicarlo.
