Premio Jerusalén para una costarricense
Opinión
Por segunda vez, un costarricense ha recibido el reconocimiento por parte de la Organización Sionista Mundial y el Centro Israelita Sionista de Costa Rica que rindieron homenaje a una brillante jurista, la Doctora Elizabeth Odio Benito, otorgándole el Premio Jerusalén, una distinción a nivel internacional conferida a personalidades del ámbito político y cultural.
Durante el evento, tuvimos el honor de acompañar a doña Elizabeth, familiares, amigos de la infancia, compañeros de luchas, miembros de la colonia israelita, periodistas, exfuncionarios… amigos, amigos que recordamos con admiración su larga y valiente trayectoria en defensa de la mujer y de los derechos humanos; que reconocemos su incansable lucha por la justicia y su apoyo al Estado de Israel. Ese día rememoramos su empeño para lograr la condena de los responsables de crímenes de guerra de lesa humanidad, genocidio y violaciones al Derecho Internacional Humanitario en la antigua Yugoslavia, así como su activa participación para lograr la condena del congoleño Thomas Lubanga Dyilo, quien fue juzgado por reclutar niños para combatir en el frente.
Durante el evento se mencionó cómo ella es una de los pocos juristas del mundo que ha integrado tres distintos tribunales internacionales del más alto nivel: el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia, la Corte Penal Internacional de la Haya y la Corte Interamericana de Derechos Humanos, la cual presidió. También fue Relatora Especial de la Subcomisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas para la eliminación de discriminación en materia de religión y creencias y podríamos seguir enumerando sus logros, reconocimientos y labor realizada a través de su paso por los ministerios de Justicia y Medio Ambiente, pero como decía El Principito, “… las personas mayores aman las cifras. Cuando les hablas de un nuevo amigo, no te interrogan jamás respecto a lo esencial. Nunca le preguntan a uno: ¿cómo el timbre de su voz?, ¿cuáles son los juegos que prefiere o si colecciona mariposas?”.
En este caso, solemos referirnos a doña Eli por sus logros, doctorados, títulos y cargos… en este homenaje, sin embargo, alguien escuchó al Principito y además de su extenso e impresionante currículo se refirieron a su calidez, a su increíble sentido del humor, a su sonrisa franca, a su sensibilidad y empatía, a su inteligencia emocional y compromiso con las causas justas. Mónica Nagel y su hija, nos presentaron a esa tía Eli, que aún guarda las figuritas de Disney que le obsequiaron hace más de 30 años, a la educadora que supo transmitir valores éticos y morales además de conocimiento; a la mentora que formó a decenas de funcionarios, a la amiga incondicional que te da consejo lo mismo que consuelo o acompañamiento, que contagia su risa y alivia tu tristeza.
Elizabeth Odio es la mujer fuerte, valiente, de carácter, pero a la vez humana y sensible que ha inspirado a muchos, alrededor del mundo, a pelear por la justicia, por la igualdad, por los derechos humanos de hombres, mujeres, niños, privados de libertad o víctimas de la guerra; ella es la jueza implacable que sin temor lucha ante la injusticia y el abuso.
Sin temor a equivocarme ella es una de las personas que han contribuido a que Costa Rica sea reconocida por su respeto a los Derechos Humanos. Las instituciones y el prestigio de un país son el resultado del trabajo, el sacrificio y el compromiso de personas que, como ella, han contribuido a la construcción de una patria mejor, más justa y solidaria, el Premio Jerusalén así lo ha reconocido y nos ha recordado que las luchas de doña Elizabeth no han sido en vano, hoy los Derechos Humanos de los costarricenses están salvaguardados por sus instituciones, sus leyes y sus instancias legales. ¡Gracias, doña Eli!
