Miniejércitos: la punta del iceberg en Limón

Editorial

La aparición de miniejércitos, como los llamó el director a.i. del Organismo de Investigación Judicial, Randall Zúñiga, en diferentes barrios de Limón, pone a pensar a las autoridades en una nueva estrategia para enfrentar este tipo de grupos organizados.
Lo que nunca vieron nuestros abuelos pareciera ser una “normalidad” en nuestros tiempos, pues poderosas agrupaciones, en su mayoría conformadas por menores de edad y jóvenes, irrumpen en viviendas convertidas en guaridas de sus enemigos con armas de guerra y los solucionan todo a punta de bala.
Las acciones de estos pistoleros son indiscriminadas, se llevan en banda a quien esté cerca de sus enemigos, cueste lo que cueste, matan por cargamentos de droga o bien para saldar una deuda, pues dentro del mundo de la mafia la deslealtad se paga con plomo.
Estas bandas están tan organizadas que hasta cuentan con campos de entrenamiento para llevar a los pistoleros inexpertos pistoleros a perfeccionar la puntería, para que así no fallen a su objetivo cuando anden “de misión” en la calle, porque tienen en algunas ocasiones hasta que driblar vehículos y quitarse personas de encima.
Los sectores más abandonados durante décadas por los gobiernos, y donde existe mayor pobreza, desempleo y deserción escolar, han sido las costas y los fronterizos, tanto así que se volvieron caldo de cultivo para los capos de las drogas que llegan a ofrecer el cielo y las estrellas a gente que no tiene ni el bocado del día.
Después de San José, Limón es la provincia con mayor índice de homicidios, sitio por donde ingresa gran cantidad de marihuana, que en su mayoría se queda para el consumo local y además genera la ola de violencia discriminada que la policía no ha podido repeler.
Según las autoridades y algunos expertos en temas de seguridad, no pareciera que los crímenes vayan a detenerse, debido a que cada vez que ejecutan a uno de los miembros de un grupo delictivo la reacción es inmediata.
Estas nefastas prácticas son copiadas de los cárteles de la droga en México, donde algunos “jefes” están asentados en nuestro país no solo para expandir su influencia, sino para controlar las rutas de las drogas que se dirigen a EE.UU. o Europa, pues la logística resulta minuciosa.
Para muchos la lucha la va ganando el delincuente, otros opinan que deberían legalizar las drogas para no perder la guerra, pero, para los que conservan la fe, aún estamos a tiempo de salvar el país y volver a los días donde todo era paz y amor.
Para evitar perder Costa Rica, debemos empezar desde casa, con una buena educación y nos corresponde hacerles ver a los niños y jóvenes que la única forma de salir adelante es dedicarse a estudiar y trabajar honradamente, en vez de buscar dinero fácil que así como llega se va y sale más caro de lo que se imaginan.
Aprovechemos el tiempo en acciones buenas, como que practiquen algún deporte y seleccionen bien las amistades, que nuestro barrio sea un lugar tranquilo donde todos podamos convivir y no tengamos que necesitar constantemente la presencia de la policía.
Muchos exnarcotraficantes aseguran que ese negocio no deja absolutamente nada bueno y que solo se tiene dos caminos: uno que lleva a la cárcel y el otro al cementerio, así que disfrutemos de la vida sanamente, no dejemos que nadie embarque a nuestros hijos. Los bienes materiales son pasajeros.