Algunos aspectos sobre delincuencia en Costa Rica
Opinion
La criminalidad en general de nuestro país va en aumento, prueba de ello es que casi todos los días se habla de homicidios, y en la mayoría de casos media el sicariato. Mucha gente clama al Presidente y a la Fuerza Pública que haga algo por frenar tantos crímenes. Pese a lo anterior, aunque en Costa Rica hubiera un policía cada 50 o 100 metros en la mayoría de lugares poblados, eso no detendría del todo los homicidios, pues las causas son multifactoriales.
Circula a menudo el argumento de que la criminalidad sobre todo la relacionada con el narcotráfico toma fuerza por la falta de oportunidades de trabajo en sectores sociales pobres, sin embargo, eso es relativo, pues es bien sabido que muchas personas tienen negocios en apariencia normales pero que son “mampara”, o tienen sus empleos y a la vez se dedican a la venta de drogas. Prueba de este tipo de cosas se puede ejemplificar mediante tan solo dos hechos que se publicaron en la edición del 26 de abril de 2023 de DIARIO EXTRA en la sección de Sucesos. Entonces, en una de las informaciones se habló de la detención en La Unión de Cartago de un chofer del MOPT que al parecer lideraba una banda narco; la otra noticia informó que en la ruta 32 fue detenido el chofer de una ambulancia de servicio privado, que se dirigía hacia Limón, con un kilo de marihuana. Dice el reportaje que el chofer de la ambulancia tiene un salario de 682 mil colones, o sea, es buen salario, y en el caso del chofer del MOPT hemos de inferir que también goza de buen sueldo.
Retomando el asunto de homicidios por aspectos de drogas, se sabe que hay muchas víctimas que son consumidoras, y cuando incurren en deudas por no pagarlas, pues simplemente son asesinadas. Otro aspecto preocupante es la lucha por el control de territorios de venta de drogas, o sea, si un individuo vendedor invade la zona de otro grupo, rápidamente es asesinado, y si un grupo narcotraficante poderoso quiere extender sus dominios, opta por “quitar” a los distribuidores de drogas de determinado lugar.
Pero desde el punto de vista puramente sociológico, se puede decir que, este tipo de cosas en realidad atienden a un desmoronamiento de los valores morales e incluso cristianos, donde la vida de los demás parece valer menos que una cucaracha o un ratón. En otras palabras, la falta de sentido espiritual, conlleva a que muchos individuos estén dispuestos a cometer todo tipo de delitos contra la sociedad misma.
Pasando a los aspectos de políticas de Estado en esta materia, se ha visto que la jurisprudencia muchas veces se vuelve blanda e incluso impune, además muchos tecnicismos jurídicos hasta permiten la absolutoria de poderosos líderes del narcotráfico.
Y aunque el actual mandatario de la República se quiera “comer la bronca” por tratar de solucionar esta seria problemática, pareciera que es muy poco lo que podrá lograr, lo mismo les pasará a los futuros gobiernos de este país. Y quizás una solución parcial será que un gobierno como el de los Estados Unidos apoye aún más logísticamente a nuestras autoridades para que capturen drogas que vayan hacia otros países, pero eso no significará que la criminalidad a nivel interno de nuestro país se disminuya.
En resumen, el problema se volvió endémico, al igual que en muchos países de la región, y no nos queda lamentablemente de nuestra parte más que acostumbrarnos a la realidad, y eso sí, rogar a Dios que libre al ciudadano honrado de ser víctima colateral, ante los enfrentamientos a mano armada entre grupos criminales.
