Nuestro país es una bomba de tiempo en muchos temas, pero los asuntos de seguridad están a punto de explotarnos en las manos. Prueba de ello fue lo ocurrido entre la noche del domingo y la madrugada del lunes, cuando un grupo de sicarios estuvieron a punto de terminar de matar a tres pacientes dentro de centros médicos, lugares que todos creíamos seguro, pero lo ocurrido demuestra que no se puede confiar uno en ningún lado.
A un sujeto entraron a liquidarlo al Hospital Monseñor Sanabria y al otro lo balearon en la capital, pero cuando lo iban a trasladar al nosocomio que le tocaba pidió a los cruzrojistas que no lo llevaran hasta ese lugar, porque en el San Juan de Dios lo iban a estar esperando para terminar el trabajo de matarlo.
¿Se imagina usted sentirse mal, estar convaleciente de una operación o peor todavía agonizando y ver cómo deambula un tipo por todos los pasillos y cuartos buscando a alguien para matarlo? Como dirían los abuelos, eso no es de Dios.
Y es que quizás la gente no dimensiona lo grave que ocurrió en un periodo con diferencia de 6 horas y es que hubiera podido darse una desgracia de tamaño monumental si el sicario andaba dentro del hospital y le hubiera dado por volar bala a diestra y siniestra. Nadie habría podido evitar que hiriera o matara a alguna persona inocente, ya sea del cuerpo médico o entre los pacientes.
Lastimosamente a quienes se dedican a matar por unos cuantos pesos no les importa a quién se llevan en banda para lograr su objetivo, prueba de eso es cómo en los últimos meses han fallecido niños y adultos mayores que no tenían vela en el entierro solo porque estaban en el lugar equivocado y con las personas equivocadas.
Este tipo de eventos en nuestro país solo los habíamos presenciado en las películas y en las telenovelas de narcos, donde dichas escenas resultan bastante repetitivas a lo largo de las producciones, pero ahora pareciera que podría tocarnos vivirlas más de cerca.
No quedará más que buscar cómo reforzar las seguridades de muchos lugares, no solo de los hospitales, lo ocurrido en otros países nos hace caer en cuenta de que los centros educativos son bombas de tiempo y los centros comerciales ni qué decir, porque al tratarse de lugares tan abiertos y tan llenos de gente, en caso de armarse una balacera no habrá mucho sitio para dónde correr.
Bien lo decía el ministro de Seguridad Jorge Torres en la conferencia dada este martes 10 de enero, como país tenemos mucho que hacer, pero debe ser un trabajo en conjunto y es que depende de las tres instituciones que ven los temas seguridad del país, porque qué se hace por detener a un individuo que anda delinquiendo si al ratito anda suelto y hace estragos en la calle nuevamente.
No podemos tapar el sol con un dedo, el año pasado lo cerramos con 656 asesinatos. Si por la víspera se saca el día 2023 no será muy diferente, solo está en todos nosotros que exista un cambio real en el país, no podemos dejarnos, hay que denunciar y de una vez por todas sacar a los criminales de las calles para tratar de vivir en la paz y armonía que siempre había caracterizado a nuestro país.