Para doña Angela Potosme las esperanzas son lo último que se pierde. Este 12 de octubre su hijo, Francisco Sánchez Potosme, a quien cariñosamente todos llaman Panchito, cumple 29 años de edad y el próximo 28 de marzo serían 23 años de desaparecido.
Ella recuerda esa mañana que lo subió al transporte escolar y a mediodía, cuando salió a recogerlo, el señor de la buseta le informó que no había subido. “Me dijo que seguro venía por allí, pero mi corazón de madre me dijo que algo no estaba bien”.
Cuenta que sostuvo una relación con un hombre de apellido Alvarado y que tras culminarla la amenazó. “Me dijo que me iba a dar donde más me doliera y que ni las autoridades ni yo íbamos a poder con él”.
Desde entonces vive un calvario, orando diariamente por volver a ver a quien considera su pequeño.
En dos ocasiones se ilusionó cuando conoció a jóvenes que podían tratarse de su hijo, sin embargo, en ambas oportunidades fueron falsas alarmas. “Yo hasta cuidé por dos meses y medio a un muchacho en Nicaragua. Tenía la esperanza de que fuera mi hijo”.
RECUERDOS
Las paredes de su vivienda están cubiertas con fotos familiares, la mayoría de ellas plasma a Panchito sonriente. “Así lo veo en mis sueños, lo veo vivo. Solo pido saber dónde está”.
También guarda, como un tesoro invaluable, el uniforme, y algunas otras prendas que solía usar Panchito a los 6 años cuando desapareció. “Alvarado se metió a la escuela y le dijo a mi Panchito que iba a una fiesta en Nicaragua, él les dijo a sus amiguitos que entraran a clases porque se iba. Un muchacho lo vio cuando se iba con él y desde entonces nunca más lo volví a ver”.
Pide al abogado que defendió a Alvarado, quien fue sentenciado dos años bajo el cargo de extracción de menor, que si su defendido le dijo algo que permita ubicar a su pequeño lo haga saber.
Se solidariza con otras madres que también han perdido a sus hijos. “Yo le pido a Dios que saque a la luz a todos los niños que están desaparecidos, que nos siga llenando de fortaleza, porque esto es como tener un pedazo menos del corazón”.
Externa que sus oraciones están orientadas a volver a abrazar a su niño. “Antes de que me haga el llamado que mi hijo aparezca”.
Asegura que como cristiana “ya lo perdoné, solo quiero abrazar a mi hijo, devolvéme a Panchito”.