Al coronavirus no deberían utilizarlo como elemento distractor. Los graves problemas que arrastramos como país, no solo son producto de una sopa contaminada.
Según las calificadoras de riesgo en este 2020 el déficit fiscal alcanzará el 8,1%. Y la deuda pública el 66% del PIB. La informalidad, el desempleo y la pobreza ya eran altos, pero, por efectos de la pandemia y del cierre de gran parte del sector productivo, el flagelo crecerá de forma exponencial… La economía se encuentra prácticamente paralizada, y el Gobierno sigue devorando dinero como si viviéramos en jauja… En momentos de crisis hay que zocarse la faja. Pero es imposible luchar contra un aparato estatal ciego, sordo, insaciable y entrabado. Los costarricenses han acatado las órdenes del Ministro de Salud de forma disciplinada… Tristemente, en muchos hogares, la hornilla se encuentra apagada y los habitantes sufren por falta de alimentación y otras necesidades básicas. El problema social no debería ser ignorado porque, más temprano que tarde, nos explotará en la cara. A pesar del descalabro económico y social, Migración promete reabrir las fronteras el próximo mes de mayo… ¡Que estulticia más acendrada…! El éxodo será de proporciones bíblicas. En vez de aliviarle la carga a Ortega y Murillo, deberían dedicarse a dilucidar cómo pagarán los astronómicos préstamos que vencen el próximo año. ¡Que Dios nos agarre confesados…! Al coronavirus hay que sumarle el cierre de empresas, empobrecimiento inusitado y un endeudamiento que le para el pelo al más pintado. Un Gobierno desordenado y gastón sumerge al pueblo en la esclavitud. Bienaventurados los que viven en el reino de don Carlos, porque a ellos nunca les faltará nada.