Vivir con seguridad implica, entre otras cosas, estas dos: el sentirse vinculados con los demás, especialmente los más cercanos, y comprometerse con tareas propias o comunes, todo dentro de una necesaria tradición y arraigo. Anselm Grün observa: “Muchos no saben ya quiénes son y a qué lugar pertenecen: se han convertido en personas sin patria”. Y añade: “Detrás de la búsqueda del lugar de origen, que mueve hoy a muchas personas, está el deseo de un vínculo y un compromiso”.
En efecto, sobre todo en las grandes urbes del mundo y centros de engrosamiento de gentes venidas de fuera y de distinta cultura, el desarraigo y falta de compromiso inciden inevitablemente en la inseguridad personal y social. Necesitan hacer un alto, y desde el punto en que están paradas, afirmarse en sí mismas de acuerdo a sus orígenes -sus raíces- y la tradición familiar y social de sus respectivos países. Entre otras preguntas que se hacen están el cómo vivieron sus antepasados y cómo fueron capaces de superar los desafíos de su propia existencia.
Los “rituales”, en especial los religiosos, juegan un papel preponderante para avivar la confianza y el compromiso, debido a los elementos familiares que los animan. Ejemplo: la Navidad. Al participar en su celebración, surge el recuerdo y la vivencia de anteriores generaciones, su fe, su fuerza y vida, y los correspondientes vínculos con la esperanza y la seguridad de que superarán las dificultades que se les vayan presentando, pues se sienten -no ya solos y desarraigados- sino enraizados y unidos a sus antepasados.
Además de la familia, está lo que se conoce como el “hogar patrio”, cuya vivencia contribuye a revivir el sentimiento de la patria original y, con él, experimentar una mayor autoconfianza y fuerza interior en el nuevo mundo en el que se desenvuelven actualmente.
Y, sin salir de él, vuelven sus ojos a los lugares de procedencia, estudian su historia y la vida de sus ancestros, ponderan sus valores y se apoyan en su ejemplo para, unidos en un mismo “espíritu”, disponerse a enfrentar las actuales situaciones, a veces tanto o más difíciles.
En ese sentido, se ha escrito que “la mirada puesta en la patria fortalece la confianza en nuestra propia fuerza”. Lo que ha de entenderse más que nada a nivel no individual, sino colectivo, entre gentes de idéntica patria, con sello nacionalista, costumbres y tradición, cultura, vida, sin excluir lo bueno del actual destino, la “nueva” patria.