Una canción de Scorpions que sonaba a inicios de los 90 se convirtió en toda una insignia para Alemania y el mundo. En esos años, recién se daba la caída del nefasto muro de Berlín que dividía aquel país en dos. “Vientos de cambio” se titulaba, los mismos que urgen hoy para Venezuela.
La historia de los pueblos latinoamericanos está llena de luchas por la libertad y la democracia, pero pocos ejemplos recientes son tan desgarradores como el caso de la nación suramericana. Un país que alguna vez fue un faro de prosperidad y democracia en la región se ha visto sumido en una crisis humanitaria y política sin precedentes, mientras el régimen de Nicolás Maduro se aferra al poder a toda costa, ignorando el clamor de la mayoría de sus habitantes.
El panorama actual en Venezuela es insostenible, años de corrupción, represión y mala gestión económica han devastado una nación con riquezas naturales incalculables. Millones de venezolanos han tenido que abandonar su tierra en busca de oportunidades y dignidad, mientras los que permanecen enfrentan una lucha diaria contra la escasez de alimentos, medicinas y derechos fundamentales. Este sufrimiento no puede continuar, la comunidad internacional, incluida Costa Rica, debe unirse en un llamado firme y decidido por el cambio.
El régimen de Maduro se ha sostenido gracias al respaldo militar y la complicidad de un pequeño grupo que ha privilegiado sus intereses por encima del bienestar de millones.
Este apoyo no solo es una vergüenza para la nación suramericana, sino también para toda América Latina, una región que ha luchado por dejar atrás las dictaduras del pasado. La democracia y la libertad no pueden seguir siendo rehenes de una tiranía que no representa al pueblo. Es imperativo que se escuche el clamor de la mayoría de los venezolanos, quienes piden una transición hacia un sistema verdaderamente democrático.
La democracia es la clave para el renacer de Venezuela, la única vía para garantizar que las instituciones funcionen al servicio de la población y no de una élite corrupta.
La libertad es el secreto para que cada habitante pueda construir un futuro digno, libre de represalias y persecuciones. Pero este cambio debe ser pacífico, liderado por ellos mismos, con el respaldo firme y decidido de la comunidad internacional.
La visita del real presidente de Venezuela Edmundo González a Costa Rica este miércoles es un paso importante hacia ese reconocimiento que tanto necesita la causa de la democracia de ese país. Costa Rica, como nación que ha defendido históricamente los valores democráticos y los derechos humanos, tiene un rol crucial que desempeñar. Nuestro apoyo debe ser claro y decidido tanto en el ámbito diplomático, como en la promoción de una solución pacífica y sostenible.
No podemos obviar la importancia de la unión entre los países democráticos para presionar por un cambio en Venezuela. Este es el momento para demostrar que la diplomacia bien encauzada tiene fuerza.
La historia nos ha enseñado que las dictaduras caen cuando los pueblos alzan su voz y cuando el apoyo internacional se alinea con los principios de libertad y justicia. La diplomacia multilateral bien ejecutada puede ser una herramienta poderosa para acelerar esta transición.
El llamado es claro: paz, libertad y cambio. Venezuela merece recuperar su democracia, prosperidad y dignidad. Ha dado mucho a nuestra región y ahora necesita nuestra solidaridad más que nunca. Los venezolanos no están solos, la voz de América Latina y el mundo debe unirse para exigir el fin de una dictadura que ha hecho demasiado daño.