La presentación de mi autobiografía editada por la UCR el pasado 23 de julio en el Auditorio Alberto Brenes Córdoba es una especie de culminación de mi vida en esa querida universidad. Se celebró el evento a poca distancia de los edificios en los cuales se desarrolló por muchos años mi vida universitaria.
Inicié mi relación con la UCR cuando con 18 años, con incertidumbres e inquietudes, atravesé el Parque Nacional muy temprano y tomé el bus a San Pedro.
El año siguiente en 1959, para mi licenciatura de Derecho me quedaba más fácil caminar en la mañana al elegante edificio que entonces tenía la universidad en Barrio González Lahmann, donde ahora se erigen las instalaciones de la Corte Suprema de Justicia. Por las tardes iba a clases de economía. En el tercer año, Ciencias Económicas estrenó su edificio en el Campus Rodrigo Facio y la Facultad de Derecho se trasladó a esas instalaciones donde impartían sus lecciones en la mañana.
Dios me ha bendecido con una vida en la cual me regaló familia, fe, oportunidades para aprender, para emprender, para trabajar con mi país y que en mucho he podido desarrollar gracias a esta UCR que hoy me hace el honor de publicar mi autobiografía.
Claro que, como toda vida humana, la mía ha tenido su cuota de cruz, de dolor, de sufrimiento. Y claro también que, para aprender humildad, para aceptar mis muchas limitaciones y debilidades, Dios me ha permitido vivir mis errores, mis equivocaciones, y me ha enseñado a pedir perdón, a perdonarme y a perdonar.
Sin duda hay diferencias entre el joven que asombrado llegó con 18 años a la universidad, el cuarentón que inició una carrera electoral y el viejo que tiene la felicidad de compartir sus memorias, sus recuerdos y reflexiones.
Este libro describe mi vida, mi visión subjetiva de mi vida, con las limitaciones propias de nuestra capacidad. También describe la historia de Costa Rica desde mediados del siglo XX hasta nuestros días. Una historia parcial, una historia de cómo la viví y cómo la entiendo.
Describe también mi vida de familia y de fe católica y cómo se fue desarrollando mi pensamiento económico, político, social.
Por sus páginas pasa el Aranjuez de un San José aldeano, mis estudios y anécdotas, el noviazgo y matrimonio, mis primeros libros, los estudios en Berkeley, el nacimiento de Miguel Alberto, lograr un PhD en economía cuando no había ninguno en el país, el regreso apresurado para aceptar el honroso llamado de don José Joaquín a venir a colaborar a su Gobierno y asistir al Consejo de Gobierno y llegar a ser su Ministro, salir a ganarme el arroz y los frijoles primero trabajando en varias empresas y luego concentrándome con mi suegro en desarrollar las suyas en carne y ganadería, extendernos a tenería, financiamiento de ganado, importación de productos en EE.UU. y Puerto Rico, productos lácteos, embutidos y con operaciones en varios países. Siempre dando clases en la UCR, en la UACA, participando desde ANFE y con mis artículos en el debate nacional y colaborando en las campañas políticas desde 1956.
Y luego la participación personal en política electoral. La convención en mi partido en 1988, ser Diputado y Presidente de la Asamblea Legislativa, perder la campaña de 1994 y ganar la de 1998 y ejercer la Presidencia de la República.
Dar dos años clases en George Washington University, ser electo unánimemente Secretario General de la OEA, transformar su organización y renunciar voluntariamente luego de poco tiempo de servicio para venir a dar la cara y defenderme ante los tribunales. Ser humillado, ir injustificadamente a la cárcel, defenderme y demostrar años después mi inocencia, y seguir luchando.
Sufrir la muerte de Miguel Alberto de 15 años, de Felipe con pocas horas y de mi yerno Alberto Arias. Sufrir también la partida de padres, suegros, hermanos, cuñados, amigos y maestros. Y tener que perder y cerrar las empresas.
Pero también gozar la inmensa felicidad y el orgullo que me dieron y me dan los hijos, padres y amigos que ahora están en el Cielo, y disfrutar el amor y las realizaciones de mis adorados y maravillosos hijos Andrés, Vanessa y Ana Elena y mis seis nietos Sebastián. Antonio, Luisana, Julián Cristiana y Emiliano.
Y ahora escribir, ir a conferencias, colaborar en organizaciones internacionales por la democracia y por mi fe católica. Plantearle al país mis ideas.
Todo vivido con Lorena, quien le ha dado alegría, sentido y mucho sentimiento a nuestra vida. Ahora hasta escribimos y se publicaron simultáneamente nuestras autobiografías.
Vamos a cumplir 62 años de casados y, aunque las ambiciones y deseos de triunfos quedaron atrás, quiero vivir, vivir con Lorena y vivo feliz.
Dios es muy bueno y la vida es bella. Pero hay que construirla.