No hay mayor ilusión para un padre que ver a su hijo compartir su gusto musical.
Este es el caso de Andrés Tamayo, quien invitó a su progenitor, Edison Tamayo, a viajar desde Ecuador para despedir juntos a su más grande ídolo: Joaquín Sabina.
“La vida es la que se encargó de traerme por acá con mi papi y para mí esto es una ilusión muy grande y una gratificación”, dijo.
Desde que tenía solo 15 años, su papá le heredó el gusto sabinero ya que cada vez que el cantante se presentaba en Quito lo llevaba sin falta.
“Recuerdo que me compraba las primeras entradas cuando era pequeño y ahora yo lo invité a este concierto en su despedida. Retribuírselo de esta forma es todo un sueño cumplido”, aseguró.
Cuando Edmundo se enteró de que el último espectáculo del Flaco de Úbeda sería en otro país, pensó que no iba a tener la oportunidad de vivirlo, por lo que su sorpresa fue mayor cuando su hijo lo llamó para decirle que ya tenía las entradas, que alistara las maletas para viajar a Costa Rica.
“Es una emoción estar aquí porque a ambos nos gusta mucho la música de él y lo hemos acompañado en algunas presentaciones, ya sumamos siete en total a las que hemos asistido”, externó el padre. Andrés comentó que, de todo el repertorio de Sabina, le dedica a su papá “Tan joven y tan viejo”, un tema introspectivo sobre la vida, las decisiones y el paso del tiempo.
Hola y adiós
El maestro del cuento cantado, como también es conocido Sabina, y su banda brindaron un show de más de dos horas.
Constantemente, se despedía de su amado público que le pedía “otra y otra” pieza.
De esta forma interpretaron éxitos como “19 días y 500 noches”, “¿Quién me ha robado el mes de abril?”, “Calle Melancolía”, “Por el bulevar de los sueños rotos”, ‘Una canción para la Magdalena”, “Y nos dieron las diez” así como “La canción más hermosa del mundo” junto a todos los asistentes que corearon cada composición.
“Ticos y ticas, es verdad que está es la última gira, pero justo por eso no íbamos a dejar de venir a esta tierra tan querida. Me han llenado el hotel con regalitos que me llevaré a Madrid para hacer mi casa más tica”, dijo el cantautor durante el concierto.
Con sus temas clásicos “Contigo” y “Princesa”, el español, dominado por lágrimas de emoción, cerró su noche ante miles de seguidores que no paraban de ovacionarlo al saber que colgaba el sombrero por última vez frente a sus ojos, lo que hizo que muchos, con la misma devoción, también se lo quitaran para despedirse de él.

Joaquín Sabina cerró la noche vestido de negro y con su reconocido sombrero.