Venezuela. (AFP) – Un olor pútrido se cierne sobre las orillas manchadas de negro del lago de Maracaibo en Venezuela, lo que evidencia el pronunciado declive de la otrora envidiable industria petrolera del país.
Aquí, al igual que en otras partes de lo que alguna vez fue la nación más rica de América Latina, las dificultades económicas impulsan gran parte del debate antes de las elecciones del 28 de julio, en las que el presidente Nicolás Maduro buscará un tercer mandato de seis años. Gran parte del colapso económico de Venezuela, impulsado en alguna medida por una fuerte caída internacional de los precios del petróleo después de 2014, ocurrió bajo la supervisión de Maduro, quien está en el cargo desde 2013. Sin embargo, muchos venezolanos, incluido Vicuña, culpan a las sanciones estadounidenses por la terrible situación.
Hace más de un siglo la Cuenca de Maracaibo, rica en hidrocarburos, fue la cuna de un negocio que transformó a Venezuela en uno de los 10 principales productores de petróleo del mundo, impulsando un período de décadas de increíble prosperidad.
El país, que posee las mayores reservas probadas de petróleo del mundo, producía 3,5 millones de barriles al día en 2008, siendo Estados Unidos su principal cliente.
Pero en solo 12 años esa cifra se redujo a menos de medio millón de barriles tras la nacionalización de la industria y una huelga paralizante que duró meses en la petrolera estatal PDVSA en protesta contra el entonces presidente Hugo Chávez.
Chávez despidió a miles de empleados y directivos de PDVSA, quienes, según los observadores, fueron reemplazados principalmente por leales no expertos.