La Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) es la entidad encargada de distribuir la mayor parte de la ayuda exterior de carácter no militar, de modo que colabora con los países receptores en áreas clave como la economía, la agricultura, la salud, la política y la asistencia humanitaria.
El cierre de esta agencia representa una pérdida de miles de millones de dólares para más de 120 países que se verán privados de esa asistencia. Este cambio ha generado sentimientos encontrados en diversas naciones, algunas de las cuales han decidido suspender programas de ayuda a través de organizaciones no gubernamentales. Incluso, algunos países han recibido con satisfacción el cierre de la cooperación que recibían de dicho ente. Es importante recordar que la Administración del presidente Donald Trump ordenó, en su momento, un congelamiento de 90 días de los fondos, suspendiendo así toda ayuda destinada a diversos programas internacionales. El propio Trump llegó a sugerir que la agencia debería ser cerrada definitivamente.
USAID fue fundada en 1961 en Estados Unidos con el objetivo de distribuir ayuda humanitaria en todo el mundo y promover las iniciativas democráticas en diferentes países, apoyando tanto a organizaciones no gubernamentales como a proyectos gubernamentales. Actualmente, el secretario de Estado de EE. UU., Marco Rubio, es el responsable de la agencia. Sin embargo, las oficinas han sido cerradas y los letreros que identificaban el edificio donde funcionaba la agencia han sido retirados. Según declaraciones del presidente Trump, esta medida busca ahorrar recursos en una agencia que considera mal administrada.
A mi juicio, los 90 días de suspensión servirán como un período de valoración y seguimiento para asegurarse de que los fondos previamente asignados hayan sido utilizados de manera adecuada. Durante este tiempo, se revisarán todos los programas que recibían fondos de esa agencia para verificar su correcta implementación. El gobierno de Estados Unidos, bajo la nueva Administración, está en su derecho de tomar decisiones soberanas, las cuales deben ser respetadas y acatadas.
Sin embargo, la determinación tendría un impacto directo en los programas de asistencia humanitaria en América Latina, los cuales dependen en gran medida de los recursos económicos proporcionados por esta agencia. Ante esta realidad, es crucial que se busquen programas alternativos mediante la colaboración con la sociedad civil, organizaciones, gremios y universidades.
Es necesario planificar un cambio sustancial en el panorama de la cooperación internacional, en respuesta al eventual congelamiento de USAID.
Por ahora, es difícil prever si este cierre es solo una restructuración temporal o si se trata de una decisión definitiva. Sin embargo, las consecuencias de esta medida nos obligan a pensar en soluciones viables y en la manera en que las comunidades más vulnerables podrían ser apoyadas en el futuro no muy lejano.