El reconocido líder mundial y expresidente sudafricano Nelson Mandela dijo una vez: “la educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”.
Esa frase debería servir de inspiración para las nuevas generaciones, puesto que la educación va perdiendo su norte y el protagonismo que toma la tecnología se convirtió en una espada de doble filo.
El Ministerio de Educación Pública (MEP) anunció dentro de sus prioridades para 2023 establecer el requisito obligatorio a los estudiantes de saber leer y escribir para pasar a segundo grado.
Eso suena bien, porque es triste ver a los niños que llegan hasta tercer o cuarto grado sin dominar esos conocimientos vitales para su futuro, en la vida personal y profesional.
Las “brillantes” decisiones adoptadas en el pasado demuestran que están haciendo a los estudiantes vagos, sin ganas de escribir, de indagar, analizar y a la hora de enfrentar la vida universitaria esto les pasa cara factura.
Tal como lo reconoció Anna Katharina Müller, ministra de Educación Pública, el sistema actual se debe modificar porque le está haciendo daño a los alumnos.
No es para menos. El sistema hace que a los menores les regalen prácticamente todo en momentos cuando deberían experimentar e impulsar el uso del razonamiento para salir adelante.
Actualmente existen quejas de profesores universitarios y de empresarios sobre las actitudes adoptadas por las nuevas generaciones por la falta de razonamiento, el cual dificulta el nivel productivo y académico de los profesionales.
Pero los estudiantes no son culpables, sino el sistema que los rodea. Desde el 2018 se vino una huelga de educadores por más de tres meses que afectó el último trimestre del año en los centros educativos por el plan fiscal.
Para 2020 llegó la pandemia y obligó al confinamiento. No todos tuvieron acceso a recibir clases de forma virtual, lo cual provocó que hubiese un rezago en más de 400 mil estudiantes que no tuvieron acceso a la conectividad, según lo determinó el Informe Estado de la Educación 2021.
Urge reformar el sector educativo en momentos cuando se está incumpliendo la entrega de recursos del 8 % del Producto Interno Bruto (PIB), tal y como lo exige la Constitución Política.
Se presume que Costa Rica tiene una educación de primer mundo. Si bien aún se puede decir que se está dentro de las mejores en América Latina, resulta peligroso ver la debacle del sistema educativo a nivel nacional.
Los padres de familia tienen una cuota de responsabilidad en el sentido de que le deben exigir al aparato estatal que demanden acciones para mejorar el acceso y el alcance de la población.
Las universidades también juegan un rol, especialmente deberían pensar en la calidad de educación por encima del negocio de cobrar una matrícula y las materias a elevados costos, sin que eso signifique una retroalimentación en el proceso de aprendizaje.
El cambio educativo debe hacerse de inmediato si no queremos tener profesionales a medias. La educación es la llave del progreso, pero hoy en día se encuentra en peligro de extinción. Eso debe cambiarse de raíz.