La realidad del Hospital de San Carlos no es un problema estadístico sino un drama humano que clama por atención inmediata. Cuando seis enfermeros y once auxiliares deben atender a 105 pacientes, estamos ante una emergencia sanitaria que trasciende cualquier indicador burocrático y toca directamente la dignidad de los ciudadanos.
Como lo ha venido informando Diario Extra en los últimos días, la situación en este centro médico debe ser atendida por las autoridades con urgencia.
Los números son escalofriantes. Pacientes esperando hasta cuatro días para una intervención quirúrgica, adultos mayores con derrames cerebrales abandonados en interminables filas y profesionales de salud al borde del agotamiento total. Esta no es una situación excepcional, sino el resultado de años de negligencia sistemática en la inversión de recursos humanos en salud pública.
La Caja Costarricense de Seguro Social está gastando aproximadamente ¢1.600 millones en pagos extraordinarios, un síntoma claro de que el modelo actual es insostenible. No se trata solo de números, sino de vidas reales que están siendo comprometidas por la falta de personal y recursos.
El testimonio de María Arce, funcionaria de Emergencias, resume la desesperación: trabajadores exhaustos, incapacitados, sometidos a condiciones laborales que rozan lo inhumano. ¿Cómo puede un sistema de salud funcionar cuando sus propios trabajadores están al límite de sus capacidades físicas y mentales?
La Zona Norte de Costa Rica, con cerca de 500.000 asegurados, merece un sistema de salud digno. La infraestructura existe, el equipamiento está presente, pero sin el personal adecuado estos recursos se convierten en promesas vacías para una comunidad que sufre y espera.
Iniciativas como la de la Fundación Grítalo, que lleva meriendas a pacientes en espera, revelan tanto la solidaridad ciudadana como el abandono institucional. No debería ser responsabilidad de organizaciones no gubernamentales suplir las carencias de un sistema de salud pública.
Es momento de que las autoridades de la CCSS y el Gobierno Central volteen su mirada hacia San Carlos. No se trata de cifras, se trata de vidas. Cada día que pasa sin atender esta crisis significa más sufrimiento, más agotamiento para los trabajadores de salud y más riesgo para los pacientes.
La crisis de la seguridad social no es exclusiva de este centro médico. El Hospital de Cartago es otro ejemplo de urgente intervención. Y así podríamos enumerar varias zonas del país.
Esta es una deuda grande de la actual administración de la Caja, pero además de las carencias de infraestructura se suman las listas de espera que lejos de decrecer van en aumento.
Y cabe añadir la amenaza de médicos especialistas de salir de la entidad, ante la incapacidad de las autoridades, principalmente del Poder Ejecutivo, diputados y la propia Caja, de llegar a acuerdos para mejorar las condiciones salariales de estos profesionales.
La salud no es un lujo, es un derecho fundamental. Y en San Carlos ese derecho está siendo severamente vulnerado.