Hay una especie que, lejos de estar en peligro de extinción, parece reproducirse de manera focal a lo largo de Latinoamérica, me refiero al fascismo. Más allá de identificarse como un partido político, el fascismo es un movimiento político de carácter totalitario, antidemocrático, con una sed por el poder total, que aniquila de diferentes maneras manifestaciones de disenso.
El fascismo como especie se disimula bajo ropajes políticos partidarios de diversa índole, es como una mala hierba que crece y crece, si no se corta a tiempo, puede ser muy tarde, su crecimiento implica un debilitamiento y una destrucción de estructuras sociales que revelan la pluralidad de pensamiento.
En escenarios sociales marcados por la desesperanza, en medio del sentimiento de desazón de comunidades que no identifican una salida a problemas estructurales de años, estos espacios fermentan las condiciones necesarias para el amanecer de este espíritu autoritario que encanta a partir de gestos y actos. El fascismo, se construye a partir de diversos itinerarios, sin embargo, uno de los motivos predominantes que resalta, es la utilización de elementos discursivos que apelan a la burla, al sarcasmo, a la violencia simbólica dirigida a grupos de disenso.
Rasgos claves como el liderazgo autoritario, exaltación de la identidad nacional, virilidad que tiñe el lenguaje simbólico y la anulación de lo diferente mediante el discurso, son clave para identificar los gérmenes de una especie que puede germinar en cualquier territorio. Frente a esta posibilidad, es urgente animar a la resistencia de las pluralidades, ejercitar los diálogos entre los disensos y educar popularmente para reconocer que frente a la angustia del futuro, la respuesta debe ser un camino construido en diversidad y nunca bajo la sombra de un individuo “todo-poderoso” autoritario.
Hoy se cuenta con nuevas herramientas que permiten ejercer trincheras que no existieron antes, me refiero al uso de las tecnologías, al fascismo y a los de sus especie se detienen y cortan de raíz con más democracia. Ahora más que nunca, las estructuras tecnológicas permiten hacer mover la voz de la diferencia y el disenso como derecho y libertad.
*Profesor universitario