En definitiva, el nombramiento de Agustín Castro como ministro de Comunicación es uno de los fiascos más grandes de la Presidencia de la República, pues aparte de ser como un fantasma, porque nunca atiende, no contesta mensajes ni aparece públicamente, sus respuestas resultan intempestivas, limitadas y usa un tono de voz inadecuado.
La comunicación del Ejecutivo ha sido pésima desde que comenzó la gestión, pero tras la llegada de Castro todo empeoró de forma abrupta, y claro, como no hay nada oculto entre cielo y tierra, la verdad salió a la luz.
Pero cabe aclarar que Castro fue criticado desde su llegada, de hecho, verlo en conferencias de prensa o recibir informaciones oficiales de su parte se torna un asunto insólito para los medios no alineados.
Para muestra un botón: Castro llamó a su oficina a un “selecto grupo de periodistas” apenas arrancó en el cargo, la idea -según lo dijo él mismo- comprendía lograr acuerdos con los medios respecto a temas de importancia para el Gobierno. Entre los invitados estaban La Nación, Canal 7, Vilma Ibarra y otros cuantos afines con la línea de Alvarado Quesada.
Laura Valenciano, quien fuera directora de prensa de Casa Presidencial, anunció su salida de la Administración un viernes de diciembre por la noche. Usó el chat de medios nacionales y obvió brindar detalles.
Su salida fue discreta, sin mayores sobresaltos, pero justamente la primera semana de enero de este 2021 presentó un informe de labores en el cual cuenta cómo su superior jerárquico, el señor Castro, planificó y ejecutó una mordaza contra la prensa nacional.
Si bien sus palabras no fueron esas exactamente, esta exfuncionaria explica que el ministro creó un procedimiento de respuesta a consultas de medios informativos dilatorio, tardío.
También asegura Valenciano en dicho documento, en poder de DIARIO EXTRA, que Castro tomó la decisión de eliminar la atención posterior al Consejo de Gobierno y en la cual los periodistas interpelaban sobre temas varios a los miembros del Gabinete.
Esta se convirtió en la estocada final tras una serie de comportamientos ilegítimos, contrarios a los de un Estado Social de Derecho, una democracia: los métodos de ocultamiento de información pública, respuestas limitadas y en tiempos extensos son conductas de regímenes autoritarios, temerarios e irrespetuosos.
Dichas medidas violentan en todos sus extremos la libertad de prensa y el derecho de los ciudadanos a estar debidamente informados de asuntos de interés público. Impedir a los medios de información obtener datos oficiales, entrevistar autoridades y obstaculizar las labores periodísticas constituye una ofensa terrible tanto a la transparencia como a la credibilidad que le asisten a un Supremo Poder de la República.
Que tales medidas vengan articuladas y se ordene ejecutarlas desde la misma Casa Presidencial es preocupante, inmoral e ilegal. El plan maquiavélico de Agustín Castro no debe continuar. Este país no puede permitirse un funcionario traidor a los principios de honestidad y rendición de cuentas, menos cuando el propio Estado le paga como ¢3 millones al mes.
La Sala Constitucional tiene para estudio un recurso de amparo interpuesto por DIARIO EXTRA en contra del propio presidente Carlos Alvarado, el ministro de Salud, Daniel Salas, pero también contra Agustín Castro y Román Macaya de la CCSS, por secuestrar datos de interés nacional.
Los magistrados aún no han resuelto el asunto, pero estamos seguros de que se percatarán de las matráfulas del Gobierno, del secretismo político en un tema de trascendencia como es el Covid, de la manipulación de la información y, peor, del abuso de poder que están ejerciendo con patente de corso desde Zapote, la casa de todos los ticos.
Sobre Castro, por si fuera poco, pesa además una denuncia de este medio acerca de las contrataciones para asesorías en prensa de sus amigas y exsocias, pues fundaron una agencia de comunicación que hoy le vende servicios a este Gobierno por varios millones de colones.
Este señor llega a Presidencia de la mano de Rodolfo Piza en 2018 y tras su salida se acomoda en la cúpula del Gabinete. Para finales de los 90 fue jefe de comunicación de Miguel Ángel Rodríguez, quien en su momento también tuvo fuertes roces con la prensa por las limitaciones de Castro.
Finalmente, y como dato anecdótico, lo demandó un joven vecino de Moravia, así consta en el expediente 18-000598-017-FC, por decirle “playo, ignorante, inútil, maicero de Limón, que no ha pasado de Matina”.
Si por la víspera se saca el día, Castro tiene serias limitaciones para el ejercicio del poder. Esperemos que las cosas caigan por su propio peso.