Uno de los enormes conflictos sociales del planeta, ha sido por el racismo. Al considerarse la existencia de diferentes razas humanas que poblamos el planeta, siempre los pueblos dominantes justificaron sus abusos y relación de poder, con estos argumentos no solo de razas diferentes, sino de razas dominantes.
Con los descubrimientos desde 1953 del ADN, llamada así a una proteína que se aloja en el núcleo de las células y constituyen el material genético de los seres vivos, la lectura del genoma humano o sea del material genético, se confirmó la inmensa verdad que siempre estuvo ahí, los casi ocho mil millones de seres humanos que habitamos la tierra, compartimos un 99 por ciento de los genes.
No nos distinguen razas sino fenotipos, sea particularidades surgidas a partir de los genomas, heredados a través de generaciones por decenas de miles de años de evolución, adaptación y supervivencia en las diferentes geografías y ecosistemas del planeta.
Quienes consideraron por un par de siglos la distinción de diferentes razas, no fue otra cosa que una construcción basada, primero en la configuración del cráneo y el color de la piel y después, en los rasgos físicos y culturales de distintos pueblos.
El europeo con su afán navegante y conquistador, empezó a viajar y llegaron a civilizaciones diferentes, eso le permitió empezar a diferenciar formas y estilos de otros pobladores. Llegando al extremo a mediados de los años 1700 de llamarse a sí mismos, inteligentes e inventivos, al asiático como cruel, soberbio y mezquino, y al africano como astuto y negligente. Esto llevo a establecer jerarquías y variedades raciales a criterio de ellos. Los europeos se bautizaron como blancos o caucásicos, a los africanos como negros, a los asiáticos como amarillos y a los del nuevo mundo como americanos o rojos. Por supuesto, se ubicaron con este invento en la cúspide de las razas. Sin duda, la invención del racismo científico se convirtió en una forma de control social para la explotación. El mismo Darwin en su obra “El origen de las especies”, con su tesis evolucionista asumió que algunas razas estaban en un estado evolutivo superior a otras.
Llamemos las cosas por su nombre, hoy día no existe ningún sustento científico para hablar de razas. Somos la especie humana, el homo sapiens, sin mayor calificativo ni adornos tendenciosos.
Somos los mismos; cubiertos por un mismo cielo y respiramos el mismo aire.
Terminamos con la frase de Martin Luter King … “Sueño que un día, en las rojas colinas de Georgia, los hijos de los antiguos esclavos y los hijos de los antiguos dueños de esclavos, se puedan sentar juntos a la mesa de la hermandad“.
*Ciudadano Activo