¿Se imaginan un lugar donde no es suficiente el adulterio del esposo para pedir el divorcio, sino que se requiere el concubinato escandaloso? ¿Pueden pensar un lugar donde nace un niño y la madre no puede pedir la declaración de paternidad porque no concurre una causal? Pues ese lugar era Costa Rica hace 50 años, antes del Código de Familia.
En 1968, se conformó una comisión de expertos para la revisión de la legislación de familia. En abril de 1970 la Comisión entrega un proyecto de ley novedoso y de vanguardia para la época. El Código en estos 50 años ha sufrido múltiples reformas y ha sido objeto de modificaciones e interpretaciones por parte de la Sala Constitucional y por la Corte Interamericana.
Ha quedado desproporcionado, insuficiente y desordenado. No se legisló en materias a las cuales se conminó a que se hiciera en algunas sentencias: fecundación asistida y matrimonio y unión de hecho de personas del mismo sexo. La familia extensa fue mermando lastimosamente sus nexos, fueron decreciendo el número de hijos en las familias, se espera que en pocos años nuestro país sea habitado por buena proporción de ancianos.
En este y en otros temas hay una gran desigualdad. El matrimonio religioso y el civil fueron decreciendo en números, los divorcios se fueron incrementando y las familias separadas son un buen porcentaje de las totales del país. Han cambiado los roles de varones y de damas, en el mercado laboral y en la familia. Se insiste en visibilizar otras formas de familia como son las consuetudinarias en las poblaciones indígenas. Las nuevas generaciones casi no se casan o no tienen hijos, o más bien tienen mascotas a las cuales tratan como hijos y eso hay que pensarlo, ¿son parte de la familia? Muchos de los hijos se quedan en la casa de sus padres hasta muy avanzada edad.
Debemos pensar también en la incidencia de los dispositivos electrónicos y de las redes sociales en las relaciones familiares. Debe pensarse en aspectos como la necesidad de educar en nutrición o en salud mental y física, o frente a la presión al consumismo, por ejemplo, y en ellos el papel de la socialización en la familia es estratégico, pero los cambios nos han cogido de sopetón y debe contarse con el apoyo del Estado y del sistema educativo.
La arquitectura y el planeamiento urbano y rural es algo de suma importancia para los grupos familiares y esto debe atenderse, ¿será desde un nuevo Código de Familia? Debe hablarse de la conciliación entre el trabajo y la familia, el tiempo de calidad para los hijos e hijas. Es tiempo de hacer lo mismo que en 1968, de establecer una comisión de expertos, interdisciplinaria, que reflexione sobre todos estos temas de la legislación de familia y, como en aquellos años setenta, se remoce la legislación. Han sido cincuenta años muy dinámicos de muchas tensiones y con muchas polarizaciones por temas y lo menos que debemos hacer es omitir el estudio y la discusión.