Como un ángel bajado del cielo…Así es considerado el costarricense Carlos Arredondo, quien se convirtió en todo un ejemplo tras tenderle la mano a los heridos de la explosión en la Maratón de Boston el lunes.
Arredondo es un viejo conocido de los Toros de Zapote y todos lo recuerdan por el sobrenombre “El Gringo”. Con 52 años, este costarricense se encontraba a pocos metros de la línea de meta y apenas escuchó la explosión se fue directo a la zona donde estaban los heridos.
“Salté la valla después de las primeras explosiones y todo lo que vi fue un charco de sangre y las personas con pérdida de extremidades”, dijo el nacional a la cadena ABC News.
Aun cuando estaba nervioso por lo sucedido, Arredondo tomó una pequeña bandera y parte de su ropa para pararle la hemorragia a uno de los heridos que traía sus piernas en mal estado.
“Lo que hice fue concentrarme en ese joven, en amarrarle sus piernas; él estaba consciente, él me decía que estaba bien. Yo le dije que tuviera confianza en mí y lo llevé a la ambulancia”, contó “El Gringo” a periódicos norteamericanos.
“Había mucha gente, todos pidiendo ayuda, pero no podía atender a todos a la vez. Yo les decía que tuvieran tranquilidad, que agacharan sus cabecitas, que todo iba a estar bien y que ya venían las ambulancias”, acotó.
Las fotografías de las agencias internacionales comprueban también la valentía del costarricense. Al “Gringo” lo reconocieron fácil: un sombrero vaquero y su pelo crespo.
ACTIVISTA DE PAZ
Arredondo, oriundo de Barrio México, tiene más de 25 años de residir en los Estados Unidos y se le caracteriza por ser un hombre pulseador. En 2004 sufrió la dura pérdida de su hijo Alexánder, quien fue asesinado en la guerra de Irak. Incluso “El Gringo” le prendió fuego a un carro de los Marines y sufrió quemaduras en 50% de su cuerpo. En 2011 su otro hijo, Brian, se suicidó.
Pese a estos golpes, Arredondo se convirtió en un activista de paz y el día de la carrera estaba esperando en la meta a un atleta que corría en honor a su hijo caído en la guerra.
En Costa Rica era cliente frecuente de los toros y muchos lo recuerdan por ser de los más valientes tanto para metérsele a la bestia como para salvar a algún compañero en la arena.
Ayer trascendió que hay un movimiento de ciudadanos para que la Casa Blanca le dé una medalla por su valentía y solidaridad con los heridos. Si logran recoger 100 mil firmas la solicitud sería valorada por las autoridades norteamericanas.