Poner topes a las tasas de interés mandaría a la gente a intentar financiarse en el mercado informal. Así lo señalaron los reguladores ante una consulta de la diputada Ivonne Acuña.
Todo esto en el marco de la discusión del proyecto de tasas de usura, que podría verse el próximo viernes por parte de los legisladores.
Rodrigo Cubero, presidente del Banco Central; Alberto Dent, presidente del Consejo Nacional de Supervisión del Sistema Financiero; y Bernardo Alfaro, superintendente general de Entidades Financieras, temen que la capacidad de pago de esas personas se deteriore por el Covid-19 y caigan en mora.
De ahí la necesidad de que pudieran tener acceso a fuentes de financiamiento, pero mediante el sistema tradicional.
“Si como consecuencia de la fijación de topes a las tasas de interés las entidades financieras formales no tienen capacidad de darles acceso al crédito a una tasa de interés que incorpore dicho riesgo, esas personas quedarían excluidas del crédito. Además, podrían quedar atrapadas en el mercado informal, con tasas más altas (por encima del tope fijado, aun cuando la actividad sea ilegal), y con prácticas de cobro y garantías de crédito que podrían dejar a los deudores en mayor desventaja”, indicaron.
Hablaron de limitar el acceso al crédito de los sectores más riesgosos y de los créditos que acarrean un mayor costo por colón prestado; es decir, de aquellos cuyo costo y nivel de riesgo estén por encima de lo que cubre la tasa de usura.
“Para estos clientes, la entidad puede decidir no otorgar crédito a una tasa de interés que no compense su mayor costo y riesgo. Lamentablemente, en la difícil coyuntura económica actual, este sector más riesgoso se vuelve más amplio. Por lo tanto, podría darse una mayor exclusión financiera como consecuencia de la fijación de topes a las tasas de interés”, manifestaron.
CARTERAS MOROSAS
Por otra parte, las carteras crediticias, con corte de febrero de 2020, justo antes de la crisis del virus, mostraban una morosidad consolidada para el sistema financiero nacional de 2.44%.
Este es el porcentaje más alto de la serie desde 2004 y la tasa de variación interanual del crédito viene mostrando una tendencia decreciente, que inicia en el caso de los créditos en moneda extranjera desde mediados de 2016 y en divisa nacional desde finales de 2017.
Lo anterior implica que el Covid-29 llega en medio de una coyuntura de desaceleración del crédito y alta morosidad.
Asimismo, se espera una contracción de la producción en los meses que vienen, es decir que es de esperarse que se incrementen los problemas para hacer los pagos.
No obstante, en el caso de gastos por morosidad, en el muy corto plazo es probable que no se vea un impacto, dadas las acciones regulatorias tomadas por las autoridades, enfocadas a generar espacios de negociación entre clientes y entidades que permitan concretar de manera ágil modificaciones a las condiciones de los préstamos, con vista en posibilitar su recuperación en el futuro.
MAS MEDIDAS
Entre estas medidas se encuentra la dispensa de clasificar como operaciones especiales a los créditos cuyas condiciones se adecúen o modifiquen, flexibilización de requisitos para estos fines, excepciones a realizar análisis de capacidad de pago en escenarios de tensión y admisión de periodos de gracia.
Estas disposiciones aminoran temporalmente el impacto en las estimaciones crediticias y, por lo tanto, en los gastos asociados con el aumento en la morosidad.
Por otra parte, la medición de la pérdida esperada de la cartera sí va a reflejar, conforme se actualicen los datos, el deterioro crediticio que resulte del choque económico negativo del coronavirus, debido a que la definición de las probabilidades de incumplimiento contempla el concepto de prórrogas y readecuaciones.
Por lo tanto, las pérdidas esperadas sí serían más altas, concluyeron los reguladores.