A principios del siglo XX, el horizonte hídrico del planeta arrojaba cifras optimistas acerca de la disponibilidad de manantiales y enormes cuerpos de agua que podrían aprovecharse para satisfacer las necesidades crecientes de la población mundial.
Se cree que del total de agua mundial el 97% es salada, el 2% se encuentra en forma de nieve y témpanos y solo el 1% es dulce, que se recicla continuamente por la naturaleza y es apta para el consumo humano.
El incremento demográfico ha creado un desequilibrio entre la oferta y la demanda del recurso hídrico y, aun cuando el agua es renovable, se encuentra en peligro de extinción, debido a la masificación de los espacios urbanos y el aumento del consumo de los recursos naturales, en especial del agua, un bien poco valorado, mal gastado y desperdiciado.
La población mundial, o bien el número de personas en el mundo, ha sobrepasado los 7.000 millones, mientras que el volumen de agua dulce permanece relativamente estable. El estilo de vida al cual nos hemos acostumbrado depende en gran medida de la disponibilidad de suficiente agua limpia y barata.
Está claro que nos encontramos frente a una serie de cambios decisivos y generalizados en los términos prevalecientes de disponibilidad y aprovechamiento del recurso que está tomando la forma de crisis, por tratarse de un recurso clave y estratégico para el desarrollo humano y el bienestar de las especies.
Costa Rica no está exenta de problemas relacionados al agua, pese a eso, muchos usuarios utilizan el agua como un bien inagotable poniendo en riesgo su cantidad, calidad y disponibilidad, desatendiendo los esfuerzos de conservación, sensibilización y protección del recurso hídrico.
Esto supone encontrar mecanismos que nos permitan darle una valoración social al agua, y reconocer que es un recurso natural necesario pero vulnerable, que requiere de un manejo integral de las cuencas hidrográficas, en condiciones racionales y compatibles con la capacidad de recuperación y regeneración de los ecosistemas involucrados, en beneficio de las generaciones futuras.
El agua es imprescindible para la vida, fundamental para el sostenimiento y la reproducción de la vida en el planeta ya que constituye un factor indispensable para el desarrollo de los procesos biológicos que la hacen posible.
Esta característica le confiere un valor vital y especial sobre cualquier otro recurso, ya que el mantenimiento y crecimiento de la población residente en un determinado espacio geográfico depende del abastecimiento regular de agua en aceptables condiciones de calidad y cantidad.
Finalmente, el desarrollo de las sociedades ha estado estrechamente vinculado al agua, porque constituye un factor de producción clave en cualquier sistema económico. Se trata de un recurso elemental para la generación de energía eléctrica y para el desarrollo de actividades agrarias, industriales, y turísticas, etc.
*Director Ejecutivo Asociación Salvemos el Río Pacuare