Bismark Espinoza Martínez, nicaragüense detenido por el crimen de Carla Lucía Stefaniak, rompió el silencio y habló en exclusiva con DIARIO EXTRA desde el Centro de Atención Institucional de San José, en San Sebastián, donde lleva más de un año.
El extranjero decidió relatar lo sucedido el 27 de noviembre de 2018 en las villas ubicadas en San Antonio de Escazú, sin ser fotografiado, debido a que según él piden ¢5 millones por su cabeza.
“A uno le tiran a diestra y siniestra, piden 66 años por un delito que no he cometido. Fácil, en todas las pruebas que me han realizado no hay nada contra mí. (Las pruebas) están a mi favor, pese a que no me he opuesto a ninguna diligencia que han requerido las autoridades”.
Le dicen analfabeto
“Por no echarse la prensa encima la Fiscalía dice lo que le conviene. Como soy el único que está detenido pago los platos rotos y no tienen nada contra mí. Me han hecho exámenes de semen, piloso y orina para compararlos con la mancha de sangre donde encontraron el cuerpo”, explicó.
El nicaragüense le manda un mensaje al padre de la turista estadounidense-venezolana y asegura que no es ningún analfabeto.
“No lo soy. Simplemente por no tener los papeles en regla, tenía el pasaporte vencido, pero soy técnico en topografía. Tenía siete años de entrar y salir de Costa Rica, también fui a Panamá y Europa a trabajar en remodelaciones de cruceros. Tienen que buscar algún culpable, solo a mí me detuvieron”, recalcó.
El único sospechoso del asesinato dice que en el juicio se ventilará todo lo que reflejaron los exámenes forenses.
“Me hicieron quitarme la ropa, me dejaron desnudo y me pusieron dos veces la técnica de los perros y nunca se echó, se los llevaron a otro apartamento. Nunca tuve contacto con la difunta, quien en sus uñas tenía ADN que no es mío.
Les dije que no voy a agarrar una condena por algo que no hice. Una investigadora me dijo que sabía cómo había arrastrado el cuerpo y que en un pañuelo encontraron de 12 a 13 tipos de cabello que no es ni de ella ni mío. ¿Dónde están las otras personas?”, declaró.
PLAN MACABRO
Espinoza Martínez, quien es oriundo de Chinandega, dijo que la Fiscalía mencionó que en seis meses hizo el plan para el crimen.
“No uso drogas ni tomo licor. Lo mío es trabajar, hacer dinero y enviarlo a mi país, donde tengo tres hijos, inclusive antes trabajaba en una licorera en La Carpio y una compañera de mi mamá me recomendó con los dueños del Airbnb para trabajar en seguridad y limpieza.
Ese día entré a las 6 p.m. y el crimen ya había pasado. Estaba el otro guarda que se llama Jorge Medina, quien atendió a Carla, y el día que llegué me recibieron el guarda y uno de los duelos que se llama Jorge Espinoza, quien me pidió papeles, le di el de portación de armas de mi país”, acotó.
Añade que tiene una hija nacida en Costa Rica y no sacó los papeles porque no le dio la gana.
“Tengo cómo nacionalizarme aquí y me dijeron que como soy topógrafo estudié el terreno para cometer el delito en las villas, donde estuve seis meses y medio, y donde había ocho aposentos. El quinto estaba deteriorado, el séptimo era donde yo dormía y el resto se rentaba.
Estaba al lado arriba de la piscina botando una basura luego de limpiar una habitación, ese mismo día me piden el pasaporte y me detienen, pese a que las villas estaban llenas. Todo mundo salió como si nada hubiera pasado”, añadió.
SE OYE, SE VE Y SE CALLA
El nicaragüense dijo que los dueños de las villas son pareja y que deben tener información sobre la muerte de Stefaniak.
“Jorge Espinoza es tico y me dijo que aquí se oye, se ve y se calla. Él y su pareja, un norteamericano llamado Raymond Simons, quien es pensionado, son los dueños de la propiedad, y Marcelino Chévez, el encargado de seguridad, era quien me iba a pagar.
La cerca eléctrica no trabaja del todo, no hay cámaras de seguridad. Aquí es un centro swinger, las paredes son de vidrio, se ven parejas, tríos o hasta cuartetos teniendo relaciones sexuales.
Me dijo que se daba mucho el consumo de drogas y a los inquilinos no les gustaba que los vieran. A un compañero lo corrieron por eso, tenía que regresar a la caseta de seguridad”, enfatizó.
Asegura que el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) no encontró la bitácora que estaba en la caseta.
“Según el papá de Carla, ella sabía defensa personal y ahora dicen que el nicaragüense forcejeó con ella, la arrastró y la sacó en un carretillo, pero no me encontraron nada. Al día siguiente hacen la limpieza de la habitación y estaba intacta, solo desarreglada la cama y las mesas de vidrio, no había nada quebrado.
Sigo en prisión porque la Fiscalía no quiere echarse la soga al cuello. Ha sido un caso mediático, Medicatura Forense entregó 14 hojas y salgo absuelto, pero he pensado que si me condenan sería una injusticia. No hicieron bien el trabajo, nunca escuché nada porque estaba lloviendo”, manifestó.
LOS DUEÑOS AL FRENTE
Espinoza Martínez dijo que la habitación de los dueños de las villas estaba frente a la de Carla.
“El apartamento 8 donde estaba Carla daba directo al de Jorge Espinoza y Raymond Simons. Siempre se mantenían en su hobby porque eran alcohólicos, pasaban en la piscina y les hablaban a algunos huéspedes.
Jorge es cervecero y quien hacía las compras, mientras que Raymond tomaba vino, pasaba más en la habitación, pero todo el día pasaban tomando alcohol. Los acompañaban los perros Oreo y Sassa. Les gustaba broncearse”, recordó.
El privado de libertad comentó que los fines de semana llegaban muchos ticos.
“También venían muchos gringos y europeos, mexicanos y hasta hipies. La noche tiene un costo de $34 en las habitaciones 1 y 2, de $50 en las 3, 4 y 6 con tina incluida, y la que habitaba Carla, que era la 8, valía $60 porque es más grande y tiene tina. Algunas veces los clientes dejaban propina.
Una vez la vi vestida cuando sacaba maletas, pero no la saludé. Al taxista que le pagó el tour por San José la esperó afuera, muchos huéspedes se iban y cuando regresaban preguntaban por mí. Alguna vez me dijeron que participara en orgías, pero como no consumía no iba, además no tenía permiso”, acotó.
DOS O TRES
PERSONAS EN CRIMEN
El sospechoso recordó que en las villas le dijeron que en la propiedad aledaña se metieron a robar, que tuviera cuidado.
“Creo que debe haber gente detenida por el crimen. Por su contextura, era alta, gruesa y sabía defensa personal, dos o tres personas habrían participado. Siempre ha salido el mismo ADN, una maleta no aparece y dijeron que me la llevé a Nicaragua.
Había solo una copia de llaves que manejaba el inquilino, en la caseta estaban unas de unos llavines viejos y cuando se iban las entregaban. Marcelino sacaba copia de llaves, estaba en un mal momento cuando pasó el hecho. La Fiscalía está ceñida”, aseguró.
Espinoza Martínez concluyó su relato diciendo que Stefaniak llamaba la atención como mujer y que no le bajará la mirada al padre de la víctima, quien lo acusa de ser el homicida.
“He llorado, he dormido incómodo, pero tengo fe en Dios que todo saldrá bien. Ahora trabajo en prisión en limpieza. El crimen fue espantoso”, finalizó.