Retirar el maquillaje del rostro es una rutina ineludible, sin embargo, surge la duda sobre la mayor efectividad entre toallas desmaquillantes o agua micelar.
Una dermis tan sensible como la del rostro necesita algo más que la funcionalidad cosmética. Se trata de cuidar la salud de la piel.
Para ello, es pertinente el uso de instrumentos y de ingredientes que intervengan con eficacia y que no sean tóxicos.
Las toallitas desmaquillantes son fabricadas con textil sin tejer, previamente humedecido con disolventes de maquillaje, emulsionantes y solventes.
Sin embargo, la técnica de arrastre en el manto superficial de la epidermis aclara la piel, pero no es meticulosa recogiendo las impurezas, generando acumulación de residuos, obstrucción de poros y el perjuicio de la salud cutánea.
Por esta razón se puede usar en caso de emergencia, pero adoptarlo como hábito resulta contraproducente.
Por su parte, las soluciones micelares constan de agua purificada combinada con elementos tensioactivos, hidratantes, astringentes y antiinflamatorios, idóneos para la higiene facial profunda. El ingrediente estrella está en las micelas con un polo lipófilo y otro hidrófilo soluble en agua.
Estas moléculas recogen partículas grasas que, en el caso del cutis, se traduce en la recolección de residuos de maquillaje y de la contaminación. Por la baja concentración de magnesio y de iones de calcio, el agua micelar es de los cosméticos más recomendados por dermatólogos para eliminar suciedad de la piel.
Existen soluciones micelares ideadas según los tipos de cutis, en el caso de las pieles sensibles la Revista de Dermatología Cosmética destaca un estudio sobre la eficacia y la seguridad del agua micelar en pieles con rosácea. Los resultados de la investigación revelaron mejor apariencia clínica y disminución de los síntomas en estas dermis.
Las aguas micelares potencian su eficacia, complementando la hidratación con sustancias humectantes, sueros y vitaminas.