Mucha gente empezó a criticar a quienes se mostraron preocupados por el anuncio del marchamo electrónico, pues afirmaban que esta podría ser la nueva Unidad Presidencial de Análisis de Datos (UPAD).
Muchos tacharon a estas personas de exageradas, sin embargo, no es eso, sino que los ticos han tenido muy malas experiencias con esto de la concentración de sus datos. Primero lo vimos con esta unidad que montaron desde la misma Casa Presidencial en la época del gobierno del Partido Acción Ciudadana (PAC) durante la Administración de Carlos Alvarado.
Luego lo hicieron a través de las plataformas de las becas, donde a fuerza todo mundo tenía que dar toda la información suya y de su familia, entonces quedaron todos más que mapeados, además se vino encima la pandemia y con ella llegaron los famosos Bonos Proteger con los cuales, para poder acceder a unos cuantos billetes, la gente tenía que poner pelo y seña de toda su vida.
Además, con el bendito Covid le investigaron a la gente todo, porque a muchos para preguntarles cómo seguían les hacían cuestionarios para saber si la casa en que habitaban era de madera, cemento o lata, que cuántos cuartos tenían, que si había tele, que si el perro y el gato… entonces también a través de la enfermedad aprovecharon para averiguarle todo a la gente y mapear a la población por quién sabe qué razones.
La situación se puso aún peor porque, además de los cuestionarios básicos, el Gobierno anterior a través del Ministerio de Educación Pública (MEP) aprovechó para aplicar una nueva versión de la polémica Unidad Presidencial de Análisis de Datos (UPAD) y obtener información a través de los menores que debían hacer esos exámenes.
Lo peor de todo fue poner a los estudiantes a responder esos cuestionarios por varias horas, sin ningún descanso, ni mucho menos un espacio para comer o tomar algo, en estado de angustia y estrés. Por eso podemos decir que fue una especie de tortura para conseguir la mayor cantidad de datos posible.
Bastaba con leer en las redes sociales lo molestos que estaban los padres de familia para saber que lo que hizo el MEP a todas luces estuvo mal. Muchos incluso alegaron que los menores fueron engañados para contestar una serie de preguntas que pedían información de cada familia y que en nada aportaban a las difuntas pruebas Faro.
En estos ejemplos podemos ver que los gobiernos buscan una y mil maneras para tener a la gente más que identificada, rastreada, para averiguar qué tienen y qué no, para con base en esto poder tenerlos casi del cuello.
Entonces es más que lógico sentir temor al saber lo del marchamo electrónico que podría decirle a la Administración dónde estamos, cuánto duramos y por qué no, hasta con quién nos reunimos.
Esta posibilidad a todas luces estaría violentando varios derechos. Pero si no es así las autoridades deberían ser más claras y demostrar que no vigilarán a nadie ni tampoco esperar a que se haga una bola de nieve cuando ya se deba implementar, porque entonces sí entraremos en problemas ante la negativa de la gente a usarlo por temor.
Todo puede iniciar con un simple chip, pero nos puede llevar a vivir como en otros países hermanos centroamericanos donde la gente está más que investigada por el gobierno, al punto que saben más las autoridades lo que tiene la gente que ellos mismos.
Bien decían las abuelas: “no hagamos cosas buenas que parezcan malas”. Con un poquito de transparencia nos podemos ahorrar bastantes problemas.