La calma reinaba en Darfur tras los enfrentamientos interétnicos que causaron 155 muertos y el desplazamiento de miles de personas, pero subsiste el temor de nuevas violencias en esta región del oeste de Sudán.
El gobierno sudanés de transición en Jartum envió tropas a la región, donde estas violencias estallaron poco más de dos semanas tras el fin de la misión de paz conjunta de la ONU y la Unión Africana (Minuad).
Estos enfrentamientos se iniciaron el sábado en Al Geneina, capital de Darfur Oeste, entre la tribu Al Masalit y nómadas árabes. Al menos 100 personas resultaron muertas y 132 heridas, según el gobernador de Darfur Oeste, Mohamed Abdala Al Duma.
El lunes, enfrentamientos similares se produjeron entre las tribus de los Fallata y la árabe de Rizeigat en Darfur Sur, causando 55 muertos y 37 heridos.
Los enfrentamientos son frecuentes entre ganaderos nómadas árabes y granjeros de Darfur, y se vinculan sobre todo al acceso a la tierra y al agua.
Sudán ha vivido una transición política agitada desde la destitución del expresidente Omar Al Bashir, en abril de 2019, por presión popular tras masivas manifestaciones.
Las nuevas autoridades se esfuerzan en estabilizar la región, escenario de muchos años de conflicto.
El conflicto en Darfur enfrentó a fuerzas leales al régimen de Bashir en Jartum con miembros de minorías étnicas que se consideraban marginadas.
Esos enfrentamientos causaron unos 300.000 muertos y más de 2,5 millones de desplazados, de acuerdo a la ONU.
Omar Al Bashir es actualmente juzgado por su participación en el golpe de Estado en 1989 que lo condujo al poder, que ejerció durante casi 30 años. El autócrata está también imputado ante la Corte Penal Internacional (CPI) por genocidio y crímenes de guerra en Darfur.