Colorado, Abangares.- “Aquí llevamos años así, pero diay, tal vez es que estamos muy largo de San José y por eso no nos ponen cuidado. Si usted supiera el miedo que me da que a las güilas les dé una enfermedad o cáncer por tomar de esa agua… Pero diay, ¿qué podemos hacer?
Tenemos que tomar esa agua a huevo. La hervimos y a la mano de Dios. Con eso se bañan los güilas y con eso les alistamos la comida. ¿Una cisterna? ¡No hombre! (risas) Eso aquí pasa cada muerte de obispo, cuando le da la gana. A veces nos deja un poquito y otras veces lo vemos pasar directo”.
Andreína Porras vive en Barrio La Esperanza, tiene dos hijas que van a la escuela de Colorado y le han hecho dos operaciones en los riñones.
La realidad de esta guanacasteca es la de cientos de habitantes de Colorado de Abangares que llevan más de dos décadas consumiendo agua no potable.
Algunos aseguran que toman agua con cal, otros que consumen líquido con manganeso, sal, hierro u otros minerales que vienen de la cordillera.
A lo anterior se debe sumar el desabastecimiento. A comunidades como El Raizal, San Buenaventura, Solimar, Peñas Blancas, Barbudal e Higuerillas les llega agua contaminada solo por una o dos horas del día.
Según Porras, hay barrios donde han pasado hasta seis días sin agua y con el inicio de las lluvias a muchos no les ha quedado más que abastecerse con lo que cae del cielo.
En todo caso, el agua de lluvia es menos nociva que lo que han tomado desde hace más de 20 años.
Los pocos pozos que existen generan dudas entre la población y tampoco es que hay muchos recursos para estar comprando bidones o agua embotellada.
“Nosotros somos de los más afectados. ¿Cómo hace uno con cuatro, cinco o seis días sin agua? Llevamos más de 20 años en esto. ¡Estamos desesperados!
Hemos hecho manifestaciones, nos hemos tirado a las calles, hemos buscado a la Municipalidad, a la Intendencia, montones de cartas a Acueductos. ¿Y para qué? ¿Qué nos han resuelto? ¡Nada! ¡Esto es un sufrimiento!
Si usted probara esa agua es asquerosa, hedionda, sabe amarga. Uno no sabe ni qué está tomando. No le miento.
A mí me han hecho dos operaciones en los riñones y los doctores me dicen: ‘Muchacha, usted no puede seguir tomando de esa agua porque le va a seguir haciendo piedras’.
Me operan una vez y tiempito después salgo con más piedras. ¿Cómo hago? A mí lo que me da más miedo, muchacho, es que mis hijas abran el tubo y sigan tomando esa agua contaminada con quién sabe qué.
Aquí un montón estamos con insuficiencia renal, con piedras, con carajadas en los riñones. Usted va a la clínica y eso es pan diario. Los dolores de panza, vómitos, mareos y agruras son por el agua. ¡No soy solo yo! ¡Son los niños! ¡Es el pueblo!”, declaró a El Periódico de Más Venta en Costa Rica.
Cuando se viene la sequía y cuando hay algo de agua, Porras relata que ella y sus hijas recogen en botellas o lo que dé el balde.
“Ese poquito es para tomar. Hay días que no pueden ir a la escuela. ¿Cómo van a ir sin bañarse, sin desayunar, sin comer? ¿Que cómo comemos? Pasamos a puro paquetito de galletas. ¡Es imposible! A mí me duele no tener recursos para comprar un purificador y que mis chiquitas tomen agua como se debe.
Estamos cansados de promesas. En 2013 la Sala IV le ordenó al AyA solucionar el problema. Once años después aquí estamos en las mismas.
Se hicieron pozos, vino Luis Guillermo (Solís) a inaugurar algunos, pero nada cambió.
¡Estamos hartos! El AyA nos ha dicho tanto que ya ni le creemos. Yo fui parte de una comisión del agua, nos formularon un montón de cosas, pero puro atolillo con el dedo. Ellos saben que es agua no potable. No les creemos”, sentenció.