Lastimosamente Costa Rica tiene por lo menos 8 años de no saber lo que es una política de reactivación económica real, una que permita a nuestro país salir del atolladero en que está inmerso desde hace varios gobiernos.
La pandemia en nada vino a colaborar, porque más bien empeoró la situación de las empresas y ni qué decir la de las familias, porque miles se quedaron con salarios a medio jornada y otros de un día para otro se vieron sin entrada económica, porque les suspendieron contratos o los despidieron.
El saldo fue que muchas empresas tuvieron que cerrar y siendo realistas es poco probable que el 100% de los empleos perdidos se haya podido recuperar, posiblemente ni tan siquiera el 50% de ellos, porque la situación es muy dura, la gente no tiene poder adquisitivo real, el dólar hace un tiempo estuvo por las nubes y ahora se le debe sumar que los préstamos en colones se están volviendo impagables.
Las tasas de interés de los créditos nos cayeron encima cual zapato que nos tiene aplastados contra el piso y a muchos ya no los deja respirar, incluso los está asfixiando. Ya no es un tema de zocarse la faja o de privarse de algunos gustos, es que hay familias que viven con lo básico y aún así no les da el presupuesto para pagar lo que ha subido el préstamo.
No es lo mismo que la cuenta haya aumentado entre ¢1.000 y ¢10.000, pero hay préstamos a los que les han subido más de ¢50 mil y en algunos casos más extremos están pagando ¢100 mil más de cuota.
Lo malo de todo esto es que no se vislumbra que el aumento de las cuotas vaya a detenerse, sino que dependerán de las entidades financieras, por lo que si estas quieren seguir aumentando lo van a hacer sin fijarse en quién puede y quién no aguantar el incremento.
En medio del pago de la casa, la compra de los víveres, los pasajes de bus o la gasolina del auto y los servicios públicos, es obvio que algunas obligaciones quedan por fuera y en ese momento muchas familias recurren al crédito, que se transforma en deuda.
Importante resulta anotar que el endeudamiento no es nada nuevo, por el contrario, viene ahogando a los costarricenses desde hace muchos años, pues los préstamos personales y las tarjetas de crédito, sobre todo, se convierten en la tabla de salvación para quienes no logran salir adelante cada quincena con el salario.
La verdad es que si seguimos a este paso los ticos tendrán que persistir en endeudarse para afrontar los gastos y deudas que tienen, muchos llegaron al punto de seguir restringiéndose en las cosas de la casa a ver si salen adelante, el problema es que también están aquellos que preferirían dejar de pagar y pasará lo inevitable, que perderán lo que tanto les ha costado.
Nos preguntamos, si esto llegara a suceder, ¿qué pasará con todas estas propiedades y artículos? Porque al paso que vamos los bancos se van a abarrotar de estos bienes, pues ya muchas personas no pueden hacer frente a estos pagos con cuotas tan altas, ya que en promedio casi todos los ticos calculamos que podría aumentar a unos ¢30 mil más por mes, sin embargo, algunos ya llevamos más de ¢100 mil en un abrir y cerrar de ojos.
Es urgente que las autoridades hagan algo, se torna muy injusto cómo los costarricenses van perdiendo lo que tanto les ha costado porque no ha existido quien pueda parar el alza en las cuotas. Es alarmante escuchar que esto se mantenga hasta julio de este 2023, lo que nos hace cuestionarnos hasta dónde llegarán los montos de los préstamos.
Y decimos que es urgente porque se prevé que las tasas sigan al alza y entonces ahora sí deberemos aplicar aquel dicho del Chapulín Colorado: “y ahora quién podrá defendernos”, porque de esta manera muchos nos quedaremos sin posibilidades de comer por honrar los créditos o se tendrá que pasar por la pena de que muchos dejarán de pagar ante la imposibilidad material de hacerle frente a la deuda.
“Por la pandemia muchas empresas tuvieron que cerrar y siendo realistas es poco probable que el 100% de los empleos perdidos se haya podido recuperar, posiblemente ni tan siquiera el 50% de ellos”.
“Las tasas de interés de los créditos nos cayeron encima cual zapato que nos tiene aplastados contra el piso y a muchos ya no los deja respirar, incluso los está asfixiando”.