El miedo a morir se conoce con el nombre de taanatofobia. El miedo es instintivo, ha sido un sentimiento que tenemos en nuestro ser desde que el hombre pisó la Tierra. En la mitología griega la muerte dependía del dios Tánatos, quien quitaba la vida a los hombres de una manera imperceptible. Bajo un estado somnoliento, prácticamente hipnótico, separaba de la vida terrenal a aquellos mortales a quienes por una razón u otra era mejor que se fueran para el otro lado -como se dice-.
Hoy, el término es aplicado a ese último momento en el que nos encontramos entre la vida y la muerte y hay profesionales especializados en el campo de la tanatología, quienes allanan el paso al más allá de aquellos pacientes que ya no tienen una esperanza de vida y que se encuentran en fase terminal.
Temerle a la muerte es considerado normal por la gran mayoría, pues a pesar de las vicisitudes que pasamos en este mundo y en esta dimensión, queremos seguir viviendo y nos horroriza el pensar que un día de tantos vamos a dejar de existir. Eso probablemente se debe a que no tenemos certeza hacia dónde vamos y bajo qué condiciones y si realmente hay o no vida después de la muerte.
¿Qué sucederá conmigo después de que yo muera? Es la pregunta que “todo el mundo” se hace. Pero lo que no se ve muy “normal” es cuando ese miedo tiende a dominarnos extremadamente y se convierte en algo constante y patológico. Cuando hablar del tema hace sentir una incomodidad muy grande es porque algo no anda muy bien dentro de la persona. Algunos no pueden acudir a un funeral, enterarse de que un familiar cercano ha muerto o tener que recurrir a una funeraria a hacer los trámites para el sepelio, etc. porque tal hecho resulta ser una gran carga emocional para esas personas, o quizás hasta terrorífico. Cuando hay esa indisposición y lo dicho se convierte en una sensación difícil de controlar que desemboca en un ataque de pánico es cuando estamos hablando de tanatofobia…
Como dije, nadie quiere morir y eso es algo normal, a como lo es el temerles a situaciones que eventualmente podrían acabar con nuestra vida. Es definitivo que queremos evitar los peligros, pero por otro lado, de cualquier manera, todos tendremos que afrontar la llegada de nuestra muerte o la de un de un ser querido. El problema es cuando nos obsesionamos demasiado con la idea de que vamos a morir y empezamos a conducirnos de manera conflictiva, histérica, o desgraciada y le hacemos la vida difícil a quienes nos rodean. En estos casos podemos estar hablando de que dicha persona ha desarrollado un trastorno mental.
Una manera de darnos cuenta de que alguien no se encuentra bien psicológicamente en torno a este tema, es en el momento en que se le sugiere que tome un contrato funerario o que compre un lote en un camposanto. Algunos reaccionan diciendo: “yo no pienso morirme todavía…”, “no me interesa hablar de eso…”, “a mí que me tiren en cualquier parte cuando muera”, etc.… y tienden a enojarse con el oferente. Esa no es desde luego una actitud realista, seria, coherente y lógica, pues con respecto a este tema uno no decide ni puede controlar las leyes de la vida y de la muerte.
¿Cuándo nos corresponderá el momento de partir? No lo sabemos. Lo mejor que podemos hacer es planificar la partida con hidalguía, madurez y responsabilidad para con nosotros y nuestros seres queridos y no dar respuestas que denotan que no se tenemos el mínimo de equilibrio psicoemocional.
Las personas con TOC (Trastorno obsesivo compulsivo) de alguna forma tienen que ver con ese miedo a morir. Tienden a cuidarse demasiado para no enfermarse, evitan ir a un entierro para no tener que ver el cuerpo del difunto, son obsesionados con el aseo o el orden y otros trastornos relacionados con este tema u otros. En uno de sus escritos, la Dra. Vanessa Fernández indica que ese miedo se conceptúa también como “Necrofobia”. La Necrofobia se refiere a ese miedo a ver cadáveres tanto de seres humanos como de animales.
El tanatofóbico es un sujeto incapaz de desarrollar estrategias para afrontar su miedo, el cual tiene sus causas en experiencias vividas, como por ejemplo haber presenciado como la muerte de alguien le produjo un trastorno emocional a otra persona con lo cual incorporó ese suceso inconscientemente para sí mismo/a. Un sujeto afectado por este problema puede llegar a presentar un cuadro sintomatológico como dificultad para respirar, náuseas y/ o aumento de la frecuencia cardiaca, etc.
Situaciones como la descrita pueden generar un efecto dominó pues al tener esos síntomas, hace pensar y sentir al afectado/a que en efecto algo le está sucediendo y poco a poco aumenta su ansiedad desencadenando en él/ ella ataques de pánico y de otro tipo que podrían ir produciendo menoscabo en su salud física y mental. En fin, lo mejor en estos casos es consultar con un especialista…Hasta la vista…