Las pruebas internacionales nos han venido indicando que la calidad de nuestra educación es insuficiente. La OCDE organiza cada tres años una evaluación de la capacidad de los estudiantes de 15 años para aplicar conocimientos de matemáticas, lenguaje y ciencia y nuestros resultados han sido cada vez más insatisfactorios. Esas pruebas llamadas PISA, así como las muy bajas calificaciones en los exámenes de admisión de las universidades y los pobres resultados en matemáticas e inglés deberían convencer a la opinión pública de que la calidad de nuestra educación es insatisfactoria. Pero todavía prima el recuerdo de que nuestra educación es buena.
Ahora debemos asimilar que, además, la cobertura es también insuficiente. No estamos graduando en educación secundaria y superior a suficientes personas, no solo en comparación con los países desarrollados con los que debemos competir para avanzar en nuestro desarrollo económico y social, sino ni siquiera frente a lo que están haciendo otros países de América Latina, incluso los que tienen un ingreso por habitante menor al nuestro.
Con datos que agradezco a Cepal de una muestra de 14 países de América Latina se determina que en tercer ciclo (enseñanza secundaria baja en términos de Cepal) tenemos una escolaridad significativamente menor que el promedio de esos países. La nuestra para jóvenes de 20 a 24 años en el año 2022 fue de 84,1% frente a un 90% de personas en esa edad que habían concluido tercer ciclo para el promedio de esas 14 naciones.
Once de las otras 13 naciones que integran esa muestra tienen una mayor proporción que Costa Rica de sus jóvenes de 20 a 24 años con estudios de tercer ciclo terminados: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile Colombia, Ecuador, México, Panamá, Paraguay, Perú, y República Dominicana. De esos 11 países solo Chile tiene un ingreso por habitante superior a Costa Rica, pero en comparación con nosotros una mayor proporción de los estudiantes de esos países más pobres terminan tercer ciclo. Solo tenemos ventaja frente a El Salvador y a Uruguay.
Respecto al ciclo de enseñanza diversificada nuestra cobertura de 74,2% de estudiantes que la terminan es ligeramente superior al promedio de estos 14 países de América Latina de 73%, de nuevo medida la escolaridad para jóvenes de 20 a 24 años. Pero debemos aceptar nuestro rezago, seis de los otros 13 países tienen un mayor porcentaje de personas en este rango de edad con secundaria completa terminada: Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y Perú, y de ellos cinco tienen un promedio de ingreso menor al nuestro.
En relación con estudios terciarios la situación es igualmente negativa. Un 22% de las personas de 25 a 29 años de esos 14 países han efectuado al menos cuatro años de educación terciaria mientras en Costa Rica solo 15,4% lo han logrado. De los otros 13 países en esta muestra 11 tienen mayor porcentaje de estas personas de 25 a 29 años con al menos 4 años de estudios postsecundarios. Todos ellos menos Chile con un ingreso por habitante menor al nuestro.
Es hora de aceptar esta triste realidad y de tomar medidas en serio para resolver la situación de nuestra educación pública, tanto respecto a su calidad, como en cuanto a su cobertura en educación secundaria y terciaria.
La necesidad de ampliar la cobertura también se da en los dos años de enseñanza preescolar y en la red de cuido de niños y niñas de cero a cinco años. Es especialmente importante atender estas necesidades para asegurar que en la etapa de formación y vinculación de sus neuronas nuestros infantes tengan una estimulación adecuada a sus requerimientos. Lo es también para facilitar a sus madres el acceso al mercado laboral pagado.
Recuperar la posición de privilegio de la educación pública costarricense es la tarea más importante para nuestro desarrollo social y económico, y la más urgente después de la seguridad ciudadana.
*Expresidente de la República