En un reciente informe presentado por el Instituto Costarricense sobre Drogas (ICD), se logró evidenciar que menores de 12 a 17 años consumen sustancias psicoactivas, especialmente el alcohol, el tabaco y la marihuana, que son las más utilizadas.
De manera más específica, con base en los datos más recientes, la VI Encuesta Nacional sobre Consumo de Sustancias Psicoactivas en Población de Educación Secundaria, realizada por el IAFA durante 2021 en 51 colegios y con una muestra de 3.524 estudiantes, arrojó que los estupefacientes más consumidos entre personas de 12 a 17 años son las bebidas alcohólicas.
De acuerdo con dicho estudio, el 56% de esta población ha consumido alcohol alguna vez en su vida y el 23% lo tomó en el año de la encuesta.
La población juvenil es la más vulnerable a las drogas y también la más afectada por los trastornos derivados de su consumo en varias regiones.
VIOLENCIA LIGADA A ESTUPEFACIENTES
DIARIO EXTRA consultó sobre el asunto con Francisco Barahona, sociólogo, quien explicó cómo gran cantidad de factores juegan un papel importante entre los adolescentes y los acercan a las drogas.
Para el experto, los adolescentes viven en una sociedad con muchos conflictos, problemas económicos y familiares, lo que crea una mentalidad insegura y rebelde que los hace más vulnerables ante posibles adicciones.
Cabe resaltar que los estupefacientes y la violencia pueden estar estrictamente relacionados, de acuerdo con un registro oficial del Ministerio de Educación Pública sobre eventos de violencia en centros educativos de primaria durante 2021, así como datos de hallazgos, uso y tenencia de drogas.
“Está la presión del medio ambiente que por lo general ya está influenciada por esa cultura y la presión del negocio de los que venden la droga, que utilizan mil formas para ir creando adictos y sobre todo gente joven como niños y adolescentes”, explicó el sociólogo.
Por otra parte, hay indicadores sobre violencia que están estrechamente relacionados con el consumo de sustancias psicoactivas en la infancia y la adolescencia, particularmente se le ha considerado como un factor de riesgo.
De manera general, los índices revelan que el progreso y el bienestar social y humano se concentran en el centro del país, mientras que las regiones periféricas experimentan niveles menores de dichos indicadores.
Para Barahona hay un torbellino de factores que produce que los jóvenes estén más expuestos a usar drogas.
También se evidenció que las escuelas que cuentan con una matrícula mayor son las que registran más eventos de violencia entre estudiantes, como bullying y tráfico de drogas.
DROGAS Y GEOGRAFÍA
La geografía importa en el tanto hay distribuciones espaciales específicas que dan cuenta de conglomerados de territorios que comparten altos niveles de violencia y de incautaciones de drogas, combinados con bajos niveles de desarrollo socioeconómico.
Las personas menores de edad no se encuentran aisladas de su contexto, por el contrario, están sujetas a las influencias y dinámicas del entorno más próximo.
En este sentido, hay conglomerados de centros educativos que están situados en los distritos que registran mayores incautaciones de drogas y los más altos niveles de homicidios del país.
“El uso de la droga es para todo tipo de grupo social, pero si el joven o la joven vive en un tugurio o en un barrio marginal y si sus familias tienen dificultad para financiar la alimentación y además si los jóvenes también viven en algunas provincias como Guanacaste, Limón y Puntarenas, donde hay más pobreza y menos oportunidades de trabajo para sus familiares, el ambiente se torna más cómplice”, puntualizó Barahona.
Para el experto esto también aplica en cuanto a la venta de estupefacientes y la violencia incorporada en los grupos criminales, al punto que muchos de los jóvenes terminan participando en asesinatos.
“Hay que erradicar esto y solo se puede hacer desde la educación, con los programas de ayuda familiar para que los jóvenes practiquen deporte, teatro, música. En el colegio, una mayor educación y una aproximación real con las familias de estos adolescentes. Es un trabajo que es del Estado, pero también de las comunidades”, subrayó el sociólogo.
• Francisco Barahona
Sociólogo
“El uso de la droga es para todo tipo de grupo social, pero si el joven o la joven vive en un tugurio o en un barrio marginal y si sus familias tienen dificultad para financiar la alimentación y además si los jóvenes también viven en algunas provincias como Guanacaste, Limón y Puntarenas, donde hay más pobreza y menos oportunidades de trabajo para sus familiares, el ambiente se torna más cómplice”.