Atraer migrantes para resolver el envejecimiento de la población no es la solución correcta. Un migrante debe conocer la población, las costumbres, el espíritu, las leyes y el idioma para que no tenga problemas, de manera que pueda integrarse bien en un nuevo país.
En Francia, el número de nacimientos ha caído en el nivel más bajo desde la Segunda Guerra Mundial. Una de cada cinco personas tiene en Francia 65 años o más, y una de cada 10 tiene 75 años. Las naciones liberales como Francia han apostado por la inmigración para solucionar la falta de población. Sin embargo, el incremento del terrorismo, la falta de formación de los migrantes y los problemas políticos no dan buena imagen a la migración masiva. La tensión se extiende también a Italia y Alemania y a las naciones donde arriban migrantes, como España y Grecia.
Los gobiernos periféricos de Europa, como Polonia y Hungría, han establecido programas innovadores. Hungría ha puesto en marcha incentivos económicos a las madres, como excepciones fiscales, programas de alojamiento, vacaciones, apoyo a una política familiar nacional. Los políticos globalistas quieren hacer crecer la población con un gran reemplazo, con migrantes, lo cual no funciona, por la falta de un capital humano educado. El primer ministro húngaro afirma que las naciones occidentales están apostando por un suicidio de sus poblaciones al no fomentar una política familiar que apoye a las generaciones jóvenes. Hungría de esta manera ha podido ir recuperando la gran cantidad de ciudadanos que estaba perdiendo. El envejecimiento de la población requiere un apoyo a las familias y es un programa urgente, que también en Costa Rica debemos poner en marcha.
*Diplomático