Una nueva década comienza y nuestros deseos debieran estar pensados para abarcar diez años, tenemos tiempo suficiente para planificar, construir y heredar un mejor país para nuestros hijos y nietos. Con diez años por delante no tenemos pretexto para no alcanzar las metas y los objetivos que tanto hemos anhelado, y si en vez de quejarnos y echarles la culpa a otros ponemos manos a la obra, puede ser que en diez años estemos celebrando vivir en un mejor país.
Ahora bien, no se trata solo de tener buenas intenciones, desear cosas y sentarse a ver que ocurran gracias al esfuerzo de otros. Concebir un sueño es relativamente fácil, solo se necesita imaginación, una dosis de ambición y deseos de cambiar las cosas, pero concretar esos sueños demanda más que buenos deseos, se necesita convicción, voluntad, perseverancia, capacidad y una fe inquebrantable en que los sueños se pueden concretar.
Hay sueños individuales y sueños comunes como que el país se enrumbe a un mejor puerto, eso es algo en lo que difícilmente haya quien esté en desacuerdo; en lo que parece que no podemos coincidir es en cómo hacerlo y lejos de sentarnos a pensar y dialogar, como se hacía en el pasado, nos empeñamos en distanciarnos, en adoptar posiciones dogmáticas, en sectorizar nuestros intereses y en descalificarnos los unos a los otros… y así difícilmente llegaremos a buen puerto.
Muchos parecen olvidar que estamos todos en el mismo barco y que si nos hundimos nos hundimos todos, tengamos o no la razón. ¿Por qué no entonces proponernos en este nuevo año encontrar los puntos de encuentro, los sueños compartidos, las metas comunes?
¿Por qué no lanzarnos el reto de aprender a escuchar sin el tamiz del prejuicio? Por qué no proponernos no descalificar a nadie sin antes analizar sus propuestas, tal vez sus sueños son más parecidos a los míos de lo que creo. ¿Por qué no involucrarse más con el deseo de contribuir y no de destruir?
Más que un reto, es una tarea que debiéramos comprometernos a cumplir y dar con ello un primer paso para cambia primero como personas y luego como país. No creo que se tenga autoridad moral para exigir a otros que cambien, evolucionen y solucionen los problemas que como país tenemos si no se es capaz de actuar con un poco de humildad, tolerancia y respeto.
Tenemos muchos sueños por alcanzar como sociedad, ya no basta seguir viviendo de los sueños que construyeron nuestros antepasados, los sueños tienen que ser renovados por cada generación para que, acorde a los tiempos, vuelvan a llenar las aspiraciones del pueblo que sueña con una patria solidaria, justa, equitativa y pacífica.
En Costa Rica hemos sido afortunados porque generación tras generación lograron concretar sueños de libertad, de justicia social, democracia y otros muchos más con los que se cimentó nuestra patria, hoy nos toca a nosotros renovarlos, el tiempo apremia y no hay excusa válida para no hacerlo.
Pensemos que los sueños de hoy son los pilares sobre los cuales nuestros hijos y nietos seguirán edificando nuestra nación y que el inicio de esta nueva década nos da la oportunidad de unir nuestros sueños a los de otros y juntos hacer de este el país que todos soñamos.