Soy un hombre divorciado de 33 años. Doctor, yo le juro que cuando me casé la primera vez, estaba seguro de que esa muchacha era la mujer de mi vida. No sé qué pasó, pero desde el primer día de casados fueron solo pleitos, no quería tener relaciones, todo le molestaba, en menos de un año me divorcié. Conocí una muchacha hace dos años, nos fuimos a vivir juntos hace dos meses, y me está pasando lo mismo.
Las estadísticas mencionan que las separaciones, los divorcios y las rupturas emocionales son muy frecuentes, al punto que de cada cien parejas que se van a vivir juntas, sesenta o más se separan y muchas de ellas en los primeros dos años.
Diríamos que la población se está adaptando a los nuevos patrones emocionales que han emergido, caracterizados por romances intensos y separaciones rápidas, y muchas veces conflictivas. Abundan los relatos de parejas que terminaron en los tribunales porque ni siquiera fueron capaces de lograr una separación por mutuo acuerdo.
Curiosamente cuando analizamos esta situación nos damos cuenta de que muchas de estas parejas optaron por formalizar el vínculo sin conocerse, y desde luego en la cohabitación se percataron de las grandes diferencias.
Muchas parejas solo conocen su faceta lúdica, es decir, comparten fiestas, conciertos, celebraciones, sexo, actividades familiares, y como se llevan bien piensan que pueden compartir un proyecto de vida. Cuando optan por vivir juntos, comienzan a lidiar con las diferentes facetas de la vida, y es justo cuando florecen los problemas.
Aunque no le puedo decir si usted “es salado” en el amor, sí es claro que es pedirle mucho a la suerte que podamos congeniar con alguien que conocemos poco, sobre todo en el plano cotidiano.