Recuerdo cuando llegó al país G.I. Joe. Una caricatura de un soldado tipo Rambo que (increíble) era dirigido a los niños. Mataba descarnadamente a sus enemigos con cuchillo, rifle o pistola. El antiguo \”Súper Ratón\”, que capturaba a los malos y los entregaba a la policía, palidecería ante esta violencia. Posteriormente, con la llegada de la alta tecnología, los programas (videos, \”series\”, etc.) violentos y sanguinarios ocuparon los espacios que los juegos infantiles tenían en nuestra vida. Así, los niños \”urbanos\” se despidieron de la “mejenga”, del \”quedó\” y el \”escondido\”, de las \”bolinchas\”, de los \”puros\” y también del \”Pájaro Loco\”, Súper Ratón y \”Las Urracas Parlanchinas\”.
Los videos hoy les permiten manejar el juego y el \”gatillo\”, cuando se trata de un \”héroe\” dedicado a matar terroristas, siempre, curiosamente, con pinta de árabes, chinos o latinoamericanos.
Pueden inclusive despedazarlos a balazos. Y esto sucede ante los ojos de sus alcahuetes progenitores.
El Gobierno, por otra parte, no responde ante esta basura que resplandece en los comercios “virtuales”. El MEP ni siquiera se manifiesta al respecto. Mucho menos contraataca con algún programa educativo que combata esta barbaridad.
El jefe del OIJ y La Nación piden a gritos desarmar a los civiles. Las armas \”son las culpables\”, dicen.
Sin embargo, leyendo las notas periodísticas nos enteramos de que en 2012 la criminalidad en el país bajó. Y más revelador.
Que más del 90% proviene de violencia relacionada con el narcotráfico. Son pocos los ciudadanos comunes que hacen uso de armas de fuego para cometer delitos. En Costa Rica sus ciudadanos (para proteger bienes o recreación) siempre han tenido la posibilidad de adquirir armas de fuego. Esto nunca desbordó las estadísticas de crímenes.
La Ley de Armas es especialmente estricta con los ciudadanos honestos, a quienes obliga a exámenes psicológicos y todo tipo de requisitos si quieren obtener alguna arma.
Obviamente prohíbe que se vendan a delincuentes. Pero todos sabemos que los delincuentes no compran en armerías legales. Y la prueba está documentada. La mayoría de delitos se cometen con armas ilegales u obtenidas ilegalmente.
Los crímenes del narcotráfico se ejecutan con pistolas o subametralladoras de la más alta tecnología y poder de fuego. Armas prohibidas y algunas, que por su precio, solo los sicarios pueden conseguir.
Verdadero problema. Lo peor es que nuestra policía no tiene la capacidad operativa para garantizar la vida y la propiedad de los ciudadanos. Para variar, la prensa casi no menciona los casos en que ciudadanos honestos armados han repelido con éxito el ataque de los maleantes.
Ciudadanos obedientes de la ley que se han capacitado para el uso responsable de las armas de fuego.
Por otra parte, el verdadero problema se trata de ignorar. Vivimos una época difícil, sobre todo para nuestros niños, que ven el crimen como algo \”natural\”, y la vida del prójimo sin valor, gracias a los videojuegos, a la televisión violenta y sin control y a la irresponsabilidad de los padres que familia y el Estado, que se hacen de la vista gorda ante tal bombardeo virtual.
Nuestra sociedad es una fábrica de \”Adam Lanza\”. De niños deformados por una tecnología que siembra en sus subconscientes anti-valores malévolos, que en algún momento se manifiestan. Donde quienes gobiernan no cumplen, y encuentran más fácil echarle la culpa de la violencia a las armas, en vez de enfrentar integralmente el verdadero flagelo.
Esta pérdida de valores se manifiesta en todo sentido. Basta ver la matanza en nuestras carreteras para confirmarlo. ¿Y la nueva ley de y tránsito? ¿Prohibimos los vehículos? No hay ley que corrija la falta de un verdadero proceso educativo dirigido, en asocio con los padres de familia, a formar ciudadanos conscientes y solidarios. No busquemos soluciones fáciles. La responsabilidad es de todos, es compleja, pero hay que enfrentarla.
*Geólogo