En buena hora la Administración Chaves Robles tomó la decisión de eliminar la solicitud de visa a los hondureños, pues, como dice el dicho, “solo los ríos no se devuelven”.
Nadie oculta que la medida generó un importante impacto económico, sobre todo para los transportistas y el sector industrial, sin embargo, es de humanos equivocarse.
Peor hubiera sido que se mantuviera la directriz a sabiendas del daño que se estaba causando a las empresas, como ocurrió en épocas de la pandemia, cuando nunca se escuchó al sector privado.
Al final, en lugar de la visa se decidió pedir un certificado policial de antecedentes a los hondureños, mientras que los ticos tendrán que portar la hoja de delincuencia para ingresar a territorio catracho.
Lo que sí debemos considerar como una lección aprendida es la relevancia del diálogo, especialmente si se trata de un asunto que involucra a alguno de nuestros vecinos.
No es la primera vez que, ante decisiones adoptadas por los últimos Gobiernos de Costa Rica, la contraparte reacciona con una directriz similar e incluso peor.
Cuando se trata de temas tan delicados, no se pueden tomar a la ligera, porque estamos hablando no solo de un impacto directo sobre el comercio, sino sobre la generación de empleos.
No es falso cuando decimos que los otros cuatro países del istmo alzaron la voz por las afectaciones que estaban sufriendo y si bien Costa Rica es un exportador neto de la región, también se constituye como un importador de insumos para la producción de esos bienes.
La seguridad es vital, pero no podemos lesionar tampoco la producción del país. Se torna obligatorio evaluar todas las aristas para no caer nuevamente en una situación como esta.
Los datos de la Promotora de Comercio Exterior (Procomer) indican que las exportaciones a Centroamérica crecieron un 12% durante el último año y eso no puede dejarse de lado.
Costa Rica no debería ser vista como el obstáculo para el comercio interregional. Es por ese motivo que tenemos que ser muy meticulosos cuando ponemos nuevos requisitos a países del istmo.
Se necesita tener en cuenta que desde afuera de nuestras fronteras nos ven como un solo bloque comercial e incluso eso puede representar una ventaja frente a nuestros competidores en un mundo globalizado.
Quitar y poner visas no es soplar y hacer botellas, debe constituirse una decisión analizada detenidamente. Aparte de que ningún país va a aceptar que le cambien las reglas de buenas a primeras sin tomar represalias.
Somos soberanos, pero no un punto aislado en el mundo. Por eso tenemos que convivir de la mejor manera en este pecadito de tierra llamado Centroamérica.
Cargas detenidas en carretera, faltantes de materias primas, aumento de los costos y retrasos en las operaciones fueron algunas de las situaciones reportadas.
Se debe pensar en pro de la integración regional y no tener reacciones de manera impulsiva ante decisiones que deben adoptarse despacio y con buena letra. Solo así podremos evitar exponernos a este tipo de situaciones como país.
“Peor hubiera sido que se mantuviera la directriz a sabiendas del daño que se estaba causando a las empresas, como ocurrió en épocas de la pandemia, cuando nunca se escuchó al sector privado”.