Desde hace mucho tiempo, años de años, este tiempo, o mejor dicho en pleno verano, es costumbre en Guanacaste que grupos de amigos, en Semana Santa generalmente, ir a la casa o finca de un amigo o conocido a tomar coyol. Esto porque los días santos se cerraba todo, principalmente las cantinas, o sea ley seca, entonces nadie hacía nada de oficios.
Las señoras cocinaban con antelación todo lo que consideraban se podía comer en forma general en esos días santos, los hombres picaban la leña que se ocuparía en esos días, alistaban el maíz para los animales, gallinas y cerdos.
El propósito era no hacer nada esos días porque era malo y el respeto era total para esos días, entonces quedaban libres en su totalidad, eso motivaba a los hombres a reunirse en las esquinas o debajo de los árboles para compartir diferentes temas, eso hacia que en cualquier momento alguno propusiera ir a tomar coyol.
El coyol es una palmera, produce un fruto pequeño redondo como el pejibaye. Es comestible para el humano y para el ganado, tiene un sabor agradable, su textura se parece a la de los nances, guabas, anonas y guanábanas silvestres.
La semilla de la fruta también se llama coyol. El ganado cuando lo come, lo rumea por largo rato, luego lo bota en un solo lugar, de allí lo recogían los chiquillos para consumirlo. Esta palmera también produce un líquido o savia cuando es derribada o cortada; para que esto suceda hay un tiempo prudencial, que solo el verdadero campesino sabe y conoce.
En esos tiempos remotos en esos pueblos y fincas siempre existía un señor muy mayor, quien era el que decidía cuáles palmeras se debían cortar. Una vez en el suelo, las montaban en la cureña (esto es la carreta solo con el marco del piso).
Eso les facilitaba montar las palmeras en la cureña para llevarlas hasta el lugar o casa donde se les sacaría la savia, no sin antes prepararlas haciéndoles un hueco rectangular en el extremo hacia las palmas. Ese orificio se rebana todos los días para que la palmera produzca de nuevo el sabroso coyol.
Este líquido si no se consume temprano al mucho tiempo se fermenta, se hace más fuerte -lógico, pierde su dulzura-, de ahí que a quienes toman licor les gusta más en este estado. Entre más fuerte mejor para ellos. Nunca se supo que lo mezclaran con algo, pero lo cierto es que hoy todavía se toma el coyol, sí, solo coyol.
En ningún momento desde la corta de la palmera hasta sacar y consumir la deliciosa savia ha sufrido ningún proceso químico o industrial para que se le llame vino, así lo afirma todo esto que comparto. Hoy en tiempos tan difíciles tomemos coyol, solo coyol, porque el grito guanacasteco no suena con vino, se oye y muy fuerte con solo coyol. ¡Uyuyuy bajura!
*Director centros educativos