El Sistema Nacional de Áreas de Conservación (Sinac) podría convertir sus ingresos futuros en actuales, lo que le permitiría construir nuevas obras de infraestructura en las zonas protegidas del país.
Al menos eso es lo que busca el proyecto de ley 23.896 que, de aprobarse, daría a la institución la posibilidad de “titularizar sus flujos de ingresos”, pero ¿qué es eso?, en palabras sencillas, consiste en conseguir dinero por medio de la venta de una especie de bonos verdes.
Esto se haría a través de alguno de los tres tipos de vehículos financieros que existen en Costa Rica: la sociedad de propósito especial, el fondo de inversión o el fideicomiso, que es el más factible en la actualidad, según explica Natalia Meza, coordinadora de Finanzas para la Biodiversidad (Biofin), entidad adscrita al Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), quien colaboró con la elaboración técnica de la iniciativa presentada por el diputado oficialista Manuel Morales.
El fideicomiso es un contrato por medio del cual se transfieren los derechos de las obras a construir en las áreas de conservación a un tercero, que es el fiduciario, en este caso, una institución financiera. Esto se haría a través de los “títulos de valores”, los cuales se llevarían a la bolsa de valores en donde se ofrecerían a posibles inversores.
“Ese fideicomiso se encarga de administrar los proyectos, es decir, ejecutar las obras, pero con el portafolio de las necesidades y la supervisión definida por el Sinac. Se encarga también de hacer la gestión financiera, es decir, pagarles a los inversionistas”, manifestó Meza.
Dentro del proyecto de ley se establece que las obras serán del Sinac y que dicho ente decidirá dónde y cómo se invierten los recursos proporcionados por los inversionistas.
En promedio, durante los últimos años el Sinac ha tenido ingresos que rondan los $21 millones (más de ¢10.815 millones) a partir de la venta de entradas a las áreas silvestres protegidas, así como por las concesiones de servicios y actividades no esenciales en esos espacios, como cafeterías, parqueos, etc.
A partir de las proyecciones que hace la institución de los recursos que recibirá en los próximos años, crea los títulos de flujos y los ofrece en el mercado a un mínimo de $25 millones.
EJEMPLO DE LOS MANGOS
Meza ilustró lo que pasaría utilizando el ejemplo de una finca de mangos, la cual produce 100 frutas al año, pero a la que le surge una oportunidad por lo que requiere 500 unidades.
“Esos 100 mangos están distribuidos en 12 meses, nunca vas a tener los 100 mangos juntos, ya que eso equivale a cinco años.
Una posibilidad es salir a buscar una titularización de esa cosecha del futuro, es decir, un título de valor que dice ‘vale por 10 mangos, 20 o 25’, y así sucesivamente hasta que a los inversionistas les pagues los 500 mangos que te pusieron”, expuso.
Por lo tanto, esto es lo que permitiría aprovechar el momento, en este caso, con infraestructura nueva que ayudará a la entidad a generar nuevos recursos.
“Es la oportunidad de hacer algo en el presente”, acotó.