RÍO DE JANEIRO (EFE) – La selección española no tuvo piedad de una débil Tahití a la que le endosó la mayor goleada de la historia de la competición y del estadio Maracaná, un 10 a 0 lapidario con Fernando Torres y David Villa como grandes protagonistas.
El nivel de España, campeona del mundo y de Europa, dependería de la motivación de los jugadores y de su hambre de mejorar sus números como internacionales. Para hacer partícipes a todos, Vicente del Bosque cambió por completo la cara del equipo titular. Tan sólo Sergio Ramos repitió y por obligación. Avisó tanto España en la víspera de que el respeto a Tahití lo mostraría compitiendo y sin levantar el pie, que al final comenzó haciéndolo inconscientemente. Era un duelo de profesionales contra aficionados. Tanta distancia entre dos selecciones, que la grada se lo tomó a broma. Abucheó a los españoles de salida y se volcó con la selección oceánica, la \’cenicienta\’ del torneo.
Después de 63 años, la Roja regresó a Maracaná. Los jugadores con emoción de jugar en un escenario con tanta historia. Soñando con volver a hacerlo con la final deseada ante Brasil se tomaron el débil reto muy en serio para ir aplastando paulatinamente a un tibio e ingenuo rival.
Cuatros goles del “Niño” Torres que hasta falló un penal, tres tantos del “Guaje” Villa, dos del “Chino” Silva y uno de Mata sellaron la paliza. Del Bosque tuvo un gesto con Iniesta. El genio del fútbol español no se podía ir de Maracaná sin jugar. La afición brasileña le recibió en pie. Un reconocimiento a su bello fútbol y a la selección española. Era el broche del partido. España dejó su nombre inscrito en la historia al firmar la máxima goleada en el mítico estadio y de la Copa de las Confederaciones.