La tala indiscriminada en El Tirol, San Rafael de Heredia, no solo ha destruido decenas de árboles, sino que ha condenado a muerte a perezosos que terminaron electrocutados en su intento por sobrevivir.
Esta barbaridad, lejos de ser un problema aislado, demuestra la negligencia de las autoridades, que han preferido evadir su deber en lugar de proteger la biodiversidad.
Los habitantes de dicha localidad han alertado sobre esta situación, que se repite cada año.
Todo inició con la demanda de una vecina rusa que logró, mediante una orden judicial, la eliminación de cipreses
que supuestamente representaban un peligro.
Pero la mayor amenaza no eran los árboles, sino la indiferencia de quienes permitieron su corta sin considerar las consecuencias para la fauna silvestre.
Cada perezoso que muere electrocutado es un recordatorio de la desidia del Ministerio de Ambiente y Energía (Minae) y de la Municipalidad de San Rafael de Heredia.
Mientras una institución se lava las manos y la otra finge no ver, los animales pagan el precio de su inacción.
No hay justificación para que, en pleno 2025, sigamos viendo cómo se destruyen ecosistemas sin planificación ni medidas mitigatorias.
Urge que las autoridades asuman su responsabilidad y tomen acciones inmediatas para frenar esta tragedia. Heredia no puede convertirse en el epicentro de la impunidad ambiental.