El aumento de homicidios en el país ligado al narcotráfico, asentamiento de bandas delictivas, cárteles internacionales, minicárteles locales, legitimación de capitales y otros delitos asociados pone en evidencia las consecuencias de estas problemáticas y quizá la más peligrosa sea el sicariato.
Costa Rica empezó a reportar frecuentemente balaceras, en su mayoría ligadas a ajustes de cuentas, según datos del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), hechos que empezaron a perpetrarse con más violencia y alevosía, en las cercanías de escuelas, delegaciones policiales, con niños y/o familiares de las víctimas presentes y a plena luz del día.
El Plan de Seguridad Nacional Costa Rica Segura Plus menciona la problemática de los delitos contra la vida y la integridad física de las personas, donde se define el concepto de homicidio y los riesgos que desencadenan esta clase de delitos.
“En referencia a la Ley Orgánica 10/1995, hay que especificar que, cuando se habla de salud, los delitos provocados pueden ser tanto físicos como mentales; mientras que, cuando se habla de integridad corporal, se refiere solo al daño físico y el ataque que se le dirige es la mutilación o invalidez de algún órgano o miembro. Se refiere a homicidio cuando el acto de matar es mediante una acción u omisión. La pena es de 10 a 15 años de prisión”, indica el documento.
Además, el plan resalta que en el caso de asesinato las circunstancias que lo definen como tal así como la pena de cárcel de este delito, “Asesinato se castiga con una pena de prisión de 15 a 25 años y se considera asesinato cuando se presenta alguna de las siguientes circunstancias: Según datos del Organismo de Investigación Judicial previamente citados, los delitos más comunes que se cometen contra la vida y la integridad física, alevosía, chantaje o recompensa, ensañamiento, o cuando el culpable facilita la comisión de otro delito o evita que se descubra dicho crimen. Lesiones: el artículo 147.1 del Código Penal hace distinción entre aquellas lesiones que podrían considerarse leves y aquellas otras que, además, precisen de un ‘tratamiento médico o quirúrgico’”, se cita en el plan.
El aumento de los crímenes y la violencia amenazan la seguridad del país desde 2015, pero los últimos dos años Costa Rica ha experimentado un alza en la tasa de asesinatos. En 2022 se registró una tasa de ese crimen de 12,6% siendo uno de los años más violentos, incluso se ubicó por arriba de países como El Salvador, pero ese panorama está siendo superado por el sangriento año en curso que ya registra 826 asesinatos.
SICARIATO Y POBREZA
El Plan de Seguridad y expertos consultados por DIARIO EXTRA logran identificar factores de sumo riesgo para que los más jóvenes sean blanco fácil de las organizaciones delictivas y así terminen atraídos a cambio de regalos y altas sumas de dinero.
Dificultades como el manejo de tiempo libre, expectativa de vida, acceso al consumo de sustancias ilícitas, la falta de alternativas de ocio, salud, deporte, falta de conocimiento de los riesgos, drogas, factores sociales, entre otros, son parte de las vulnerabilidades que rodean a las personas que pueden acceder tiempo después a otros delitos, entre ellos, sicariato.
En el último operativo realizado por los agentes judiciales se detuvo a los líderes de tres bandas delictivas en la zona de Puntarenas y los presuntos responsables de cometer homicidio, el mayor de los detenidos tenía apenas 23 años y uno de ellos 14 años, todos preliminarmente son considerados sujetos de alta peligrosidad.
“En Puntarenas, en zonas como Chacarita, el colegio está en construcción porque iban a construir uno nuevo. Los jóvenes que hoy están matándose no fueron al colegio, ni siquiera pudieron ir, hoy están matándose y matando. Los comités de deportes y recreación son responsabilidad del Ejecutivo, las ferias de artes, escuela de música son responsabilidad de ellos, la alimentación de lugares escolares, también es su responsabilidad, pero llevamos tres gobiernos de reducción de política pública, reducción de inversión social. El que jaló el gatillo es un sujeto en concreto, pero hay también una responsabilidad política”, aseveró Rodrigo Campos Cordero, coordinador de Ciencias Criminológicas de la Universidad Estatal a Distancias (UNED).
Los expertos señalan que la falta tanto de inversión social como de oportunidades han permitido el fácil acceso de las estructuras criminales y con ello han podido apoderarse de los más jóvenes de barriadas en vulnerabilidad.
“En la política de Seguridad recién presentada, también aparece ese diagnóstico, y en la misma presentación está la renuncia del señor Presidente a las atribuciones que la Constitución le da, a sus funciones. Uno de nuestros estudiantes defendió su tesis justo con esto que conversamos, y habló con sicarios ya privados de libertad, que eran de la zona de Purral. Comentaron que empezaron en el mundo de sicariato a cambio de un plato de comida que ofrecía una señora que vendía droga en el barrio. Todas las historias parecidas de muchachos muy jóvenes de 23, 25 años con hijos, que además crecieron en un entorno de riesgos, sin un papá presente, muchos hermanos y es ahí desde donde se debe atacar, pero no se quiere atacar”, aseveró Campos.
PLEITOS INTERNOS EN LAS BANDAS
El fenómeno criminal se comporta como cualquier empresa, con sus jefes y subalternos, pero la diferencia es que todo en el mundo delictivo trabaja bajo el régimen de terror y muerte. Los sicarios no son la excepción y se trata de empleados fácilmente remplazables y desechables para las bandas delictivas.
“Lo que ocurre dentro de la organización criminal es igual que lo que ocurre en cualquier ámbito social, empezando porque hay una historia detrás de cada una de las personas. Esto es importante porque la violencia ya está normalizada, es decir, son personas que han visto relaciones violentas con sus padres, familias y para ellos ya recurrir a la violencia es simplemente el diario vivir, la forma de hacer las cosas, no conocen otra”, lamentó Rodrigo Campos. El entorno de necesidad y los recursos con que sí cuentan las bandas criminales destacan como un método de ganar mucho dinero a cambio de poco esfuerzo, pero las rivalidades internas se cobran con muerte.
“Llegan los ofrecimientos como tenis, celulares, en muchos casos empiezan por avisar, los conocidos campana, y como cualquier estructura, según sus capacidades, van avanzando. Algunos no dejan de ser un consumidor campana, otros tienen habilidades de comercio, se vuelven vendedores locales, otros tienen actividades en manejar, abarcan transportes y otros se van degradando dentro de sus funciones en la organización”, puntualizó el experto.
Cabe destacar que entre las provincias con más casos de homicidios están Limón y Puntarenas, lugares costeros sumidos en la pobreza y miseria desde hace mucho tiempo, como olvidadas por las autoridades de Gobierno.