El enorme desconocimiento existente en materia sexual es un legado que perdura desde el inicio de nuestra civilización. En particular, la vida íntima femenina es motivo de constantes mitos que gravitan negativamente en el desempeño sexual y en la autoestima de la mujer.
Uno de los conceptos erróneos más difundidos dicta que, si la mujer tiene relaciones sexuales con muchos hombres, la vagina pierde la firmeza muscular, se va distendiendo, se hace grande, carece de tensión y se vuelve flácida. La segunda parte del mito complementa el concepto al indicar que, por esa distensión, la mujer ya no es capaz de disfrutar las relaciones sexuales y de generar placer a la pareja con la penetración. En términos populares, se afirma que la mujer queda como “un hueco”.
Desde luego, este concepto es totalmente falso. Más bien, el acto sexual fortalece los músculos vaginales, tonifica la vagina y la hace más firme. Con ello, se facilita la consecución del orgasmo femenino y se incrementa el deleite sexual en general, tanto del hombre como de la mujer.
Otros mitos señalan que tener muchas relaciones sexuales provoca cambios corporales: se le mancha la cara, le cambia la mirada, se alteran los huesos de la cadera y hasta se camina con las piernas más separadas, “como abierta”. Esto también es falso.
Aunque los mitos son falsos, sus efectos se tornan reales, verdaderos y muchas veces devastadores. Así, muchas mujeres temen que su intimidad, su vida sexual, su privacidad sea de dominio público porque es corporalmente evidente. Se sienten acomplejadas y reacias a ciertos ambientes sociales, donde son más notorias determinadas características físicas, como balnearios, piscinas, centros deportivos, y hasta evitan determinadas prendas de vestir. Otras son víctimas de choteos, censuras, abordajes y coqueteos, porque se presume su promiscuidad.
Resultan hasta perversas las dudas que motivan a no pocas mujeres que, habiendo llegado vírgenes al matrimonio, consultan porque sus parejas insisten en que “no eran señoritas”, simplemente por un rasgo facial o por la manera de caminar.
De igual modo, mujeres que han tenido varias parejas viven con angustia y tristeza porque temen “hacerse un hueco” y que, en un futuro, no puedan disfrutar del acto sexual ni propiciar el deleite a la pareja. Desde el punto de vista ginecológico y científico, no se puede saber si una mujer ha mantenido vida sexual con muchas personas. Incluso el diagnóstico de la virginidad en muchos casos es hartamente difícil de realizar aún para nosotros los ginecólogos. Eso deja claro que todas esas características físicas señaladas por los mitos son del todo falsas.