El profesor catalán Vicenc Navarro, de las universidades Pompeu Fabre y John Hopkins, a quien leo religiosamente en el excelente periódico digital Cambio Político, dice que la riqueza no está repartida entre el 1% de población que se queda con el 99% y el 1% al que le queda solo el 1%, como dice Krugman, sino que el 99% les queda al 1% de los multimillonarios, y el 10% del funcionariado que les ayuda.
El profesor catalán Vicenc Navarro, de las universidades Pompeu Fabre y John Hopkins, a quien leo religiosamente en el excelente periódico digital Cambio Político, dice que la riqueza no está repartida entre el 1% de población que se queda con el 99% y el 1% al que le queda solo el 1%, como dice Krugman, sino que el 99% les queda al 1% de los multimillonarios, y el 10% del funcionariado que les ayuda.
Ha de ser verdad, porque no es razonable que nosotros aguantáramos mansamente semejante abuso. Pero la cosa es peor, porque el 99% somos cómplices de nuestra desventura, y del fracaso inevitable de la globalización, y de la violencia que le tiene que quitar el poder eventualmente al 1%: no hay de otra, y lo increíble es que no lo veamos a tiempo.
En mayor o menor grado todos somos culpables: desde el político que nos ofrece una moto, un Hundai y un BMW a cambio de entregar nuestra soberanía a las transnacionales, hasta los obreros que se lo creen porque quieren un carro. Uno puede ver los estratos de culpabilidad cuando va al mall: o cuando habla por celular: allí en el precario o en la feria porque se lo pasan pegados del celular mal habido; en el Lincoln hay otro nivel, así como hay otro en Multiplaza Escazú, que es suelo norteamericano hasta en el idioma.
Pero parece que se empieza a ver un cambio: en la trinchera de la derecha, Ian Goidin, profesor de Oxford, dice y señala riesgos graves en la globalización. Y Mike Mc Gin, el alcalde de Seatle, previene a los inversores de que el mayor riesgo es ambiental, y que al carbón y al petróleo es mejor dejarlos donde están; y uno de los periodistas locales de la trinchera reconoce que aquí está mal distribuida la riqueza; aunque no toca la renta. Solo Montaner y la ANFE continúan rematadamente montepellerinos.
Mas el imperio continúa impertérrito con su programa de dominio a pesar de la crisis: la Corte Suprema de Justicia respalda a los fondos buitre, el gobierno norteaamericano insiste en revivir su ALCA con la Alianza del Pacífico para sus empresas farmacéuticas, el gobierno nuestro continúa su intento de ganar admisión, y nuestro presidente anda ofreciendo las ancas para atraer a los inversores.