Zonas de los ríos de la cuenca del Sixaola, en medio de Costa Rica y Panamá, tienen una salud “pobre” o “muy pobre”, de acuerdo con el biomonitoreo participativo realizado por la Asociación ANAI el año pasado.
El estudio se ejecutó junto al Proyecto Conectando Comunidades y Ecosistemas, del Fondo Global para el Medio Ambiente (GEF) y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), a través de la Organización de Estudios Tropicales (OET).
Por medio de la investigación se detectó que los ríos con peor salud de la cuenca se ubican en áreas bananeras de la zona fronteriza, además de estar cercanos a los mayores centros de población.
Los puntos calificados con salud “muy pobre” están en la quebrada Quiebra Caña, en Costa Rica y el canal Washout, en Panamá, ambos en la subcuenca Bajo Sixaola, donde hay más impacto de la actividad bananera.
Los sectores con calificación de “pobre” se ubican en el río Shiroles, en la subcuenca del Telire, en el límite de los territorios indígenas Bribri y Cabécar; y el río Carbón en el centro de Bribri, la cabecera del cantón de Talamanca.
“Los animales responden a los impactos de la actividad humana. El biomonitoreo nos permite no solo entender la salud de un río en un momento dado, sino a través del tiempo. Genera información para dar seguimiento a los problemas ambientales, plantear acciones, y medir el cambio”, dijo el cofundador de la Asociación ANAI, Bill McLarney.
De los 12 sitios para los que ANAI disponía de información previa, ocho presentan una tendencia negativa en su salud biológica, tres se mantienen estables, y solo el río Sand Box presenta una tendencia positiva, gracias a un esfuerzo de restauración que continúa.
LOS MEJOR CALIFICADOS
Los sitios calificados como buenos se concentran en la subcuenca del río Yorkín y en la de la laguna de Gandoca.
“En Yorkín hay poca contaminación gracias a la agricultura orgánica y turismo comunitario que practican los pueblos indígenas. En Gandoca hay poca intervención, pero se observan los efectos del cambio climático”, aduce la investigación.
Los resultados muestran que los ríos cercanos a los mayores centros poblados tienen problemas únicos, graves y preocupantes por la contaminación; y que hay mayor salud en los ríos con una zona ribereña diversa, tupida y con sombra.
“No es suficiente depender solo de la ciencia, las instituciones o las leyes que regulan la gestión de los ríos. Es esencial y muy factible involucrar a las comunidades, personas y propietarias que viven cerca y usan los ríos. Pero necesitamos articulación estratégica entre las distintas entidades y la gente”, afirmó el representante residente del PNUD Costa Rica, José Vicente Troya Rodríguez.