El 17% de los empleos de 2021 y el 13% del valor que se agregó a la riqueza del país provino de la bioeconomía. Esta consiste en la producción y utilización de recursos biológicos para generar los bienes y servicios que necesitan todos los sectores económicos, siempre con el fin de avanzar hacia una economía sostenible.
Esto según el informe de Cuentas Ambientales del Banco Central, publicado el 5 de junio en el marco del Día del Medio Ambiente. El estudio inclusive indica que en el año citado fue mayor que el resto de la economía.
En esta publicación el ente emisor presentó la actualización de las cuentas de agua y de energía para el periodo 2018-2021 y de flujo de materiales para 2020-2023.
Adicionalmente se agregan al inventario de información ambiental dos aplicaciones para comprender el aporte de los recursos biológicos a las actividades económicas y los ingresos fiscales relacionados con el ambiente.
En términos globales, la bioeconomía costarricense presenta una serie de éxitos materializables, pero los números también reflejan algunas áreas en que el país debe trabajar.
DESPERDICIO DE AGUA
En temas del agua se presenta uno de los puntos negativos. Las pérdidas en la distribución del preciado líquido pasaron del 55% al 67% entre 2020 y 2021.
Esto aun cuando el consumo se mantuvo prácticamente igual. En 2020 se facturaban 181 litros de agua por día por habitante y un año después la cifra bajó a 180.
A pesar de ello, el precio medio por metro cúbico se elevó de ¢627 a ¢659 entre 2020 y 2021.
EFICIENCIA ENERGÉTICA
La absorción de nuevas tecnologías en materia de energía contribuyó a que la intensidad energética del país disminuyera un 2,6% en promedio anual.
Lo anterior señala cuánta energía requiere la economía para generar ¢1 millón y su reducción es un indicador de la mejora en la eficiencia energética.
Por su parte, la generación de energía aportó a la economía ¢35.000 millones. Esta es la cifra más alta en la historia de Costa Rica.
El principal consumidor de energía, apuntan las cuentas ambientales, siguen siendo los hogares.
El 34% del consumo energético lo realizan las familias. Les siguen las fábricas y las minas con un 26%, el sector servicios con un 12%, transporte y almacenamiento con un 11%.
COMBUSTIBLES FÓSILES PRINCIPAL HUELLA DE CARBONO
El principal generador de gases de efecto invernadero del país siguen siendo los combustibles fósiles. Estos representan el 80% de todas las liberaciones a la atmósfera.
El transporte privado representa el 35% de todas las generaciones de gases en el país, a pesar de las estrategias para descarbonizar tanto el transporte público como el privado.
Relacionado con esto, la explotación de minerales no metálicos representó una de las actividades más extractivas del país.
En 2019 se extrajeron 26,4 millones de toneladas, representando un 57% del total. En el caso de la minería metálica solo fueron 21.000 toneladas en todo el periodo.
“Llama la atención la diferencia de niveles entre las categorías de minerales no metálicos y biomasa respecto a minerales metálicos. El contraste radica principalmente en que Costa Rica no es una economía extractiva de metales.
A pesar de que hay explotación de oro, comparativamente el volumen es muy inferior, por ejemplo, a la extracción de arena (mineral no metálico). En el caso de la biomasa, el mayor volumen se concentra en cultivos”, señala el Banco Central.
En cuanto a materiales de biomasa fueron 19 millones de toneladas para un 43%. Estas extracciones también representaron necesidades de energía que terminaron incrementando la huella de carbono.
BIOECONOMÍA GENERADORA DE TRIBUTOS PARA EL ESTADO
Mientras que en los países afiliados a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) los ingresos tributarios por bioeconomía incorporan en promedio un 1,6% del Producto Interno Bruto a sus arcas, en Costa Rica la cifra es del 2,3%.
Esto es bastante similar al déficit financiero del país, que corresponde a un 2,8% del PIB. En otras palabras, si se duplicara esta forma de economía, el país casi que pasaría a tener superávit.
“La categoría de energía aporta el 66% de estos ingresos, seguida del transporte (33%) y recursos naturales y contaminación (1%). Los impuestos específicos más importantes son el impuesto único a los combustibles (66%), el impuesto a la propiedad de vehículos (19%) y el derecho de salida del territorio nacional vía aérea (5%)”, señaló el Banco Central.