He venido escribiendo muchísimo sobre la tragedia criminal que está atravesando nuestro país, realmente ya no se sabe dónde la ciudadanía puede estar segura por cuanto el crimen organizado les perdió el temor a los habitantes y por ende también a todas las fuerzas existentes de la seguridad nacional. No importa ya ningún lugar público, el objetivo demencial de los delincuentes es cometer el acto delictivo y criminal sin importar absolutamente nada (sea en aceras, bares, pulperías, sodas, supermercados, escuelas, iglesias, urbanizaciones, buses, taxis y más recientemente en las ferias del agricultor). Esta jauja insostenible por la que desgraciadamente está pasando Costa Rica y en donde muchísimas personas han sido asesinadas a sangre fría con armas de alto calibre, a vista y paciencia de la Policía y de la población, que además ha cobrado muchas vidas de inocentes colaterales, porque han estado en los sitios equivocados, ha hecho que la tragedia nacional de la inseguridad ciudadana sea mayor, con el agravante además de ser manejada sin responsabilidad, diligencia ni pericia por parte de quienes tienen el deber ineludible constitucional de velar por nuestra seguridad, las cifras de las muertes por asaltos, ajustes de cuentas, sicariato, extorsiones, préstamos gota a gota, femicidios y toda esta peste social que hoy carcome hasta los tuétanos de nuestra sociedad siguen sin respuestas y sin ninguna estrategia de seguridad por parte del Gobierno para enfrentar esta situación terrible por la que estamos atravesando todo el país, ya no hay lugar seguro y tampoco distinción geográfica local para ubicar y puntualizar o definir una zona como crítica de incidencia criminal, sino que es todo el país el que está sumido como nunca antes en una crisis de inseguridad nacional.
La paradoja irracional de quienes no quieren ver esta gravísima situación acrecienta aún más nuestro problema de seguridad y hace que el problema no se resuelva con la inmediatez que debe ni tampoco sea abordado integralmente, ya es hora de declarar como emergencia nacional esta dolorosa y angustiante situación irracional que atraviesa nuestro país. La consecuencia más grave que produce la delincuencia y/o violencia en un país es sin duda la muerte de personas, no obstante, el impacto del homicidio doloso va más allá de la pérdida de vidas humanas y puede generar un entorno de miedo e incertidumbre y hace que nuestro país lamentablemente hoy se nos desborde.
*Abogado, politólogo, historiador, exdiplomático